lunes, 10 de julio de 2017

CUENTO ERÓTICO LESBICO: LA VI OTRA VEZ

LA VI OTRA VEZ
Le hablé por teléfono, después de meses de no vernos, meses casi un año a partir de ese día en el que
me dijo que ya no quería estar más conmigo, no había escuchado su voz, mucho menos verla, pero se lo pedí otra vez y esta vez accedió, yo debería ser más fuerte, humillarme menos, tener más autoestima, pero no lo resistí y ella accedió.
La vi, estaba frente a mí otra vez, otra vez el mismo café donde me dejo, pero yo estaba más allá de lo que significaba ese lugar, yo no iba a analizar significados, sentir heridas o abrirlas lo que quería era otra cosa, la quería a ella, tenía un antojo de su olor y de su piel… de tenerla ¿accedería?
No recuerdo que hablamos, todo estaba borroso para mí, porque lo único tenía en la cabeza como ideas en eco, rumiantes, obsesivas, que no habían desaparecido en meses, eran su boca, sus labios, sus ojos… y las imágenes que se formaban en mi cabeza, solo eran de su cuerpo desnudo, su cara llena de placer, ¡la besé tantas veces! La tuve tantas veces, por años, que la recuerdo con perfección, su olor, sus formas, sus sonidos y olores, y eso era lo único que estaba en mi cabeza.
Ahí sentadas, estaba muerta de miedo de que me rechazara otra vez, pero confiaba en que sólo tenía que tocarla, acercarme lo suficiente y que mi deseo despertara el suyo, con las palabras y la actitud adecuada, tal vez podría hacer que perdiera el piso y olvidara un instante que se fue, que ya no quiere estar conmigo, el sexo siempre la convenció de todo o casi, tenía que apostar por ello… La convencí...
En cuanto aceptó la besé, tome su mano y era como si jamás nos hubiéramos dejado de ver, todo estaba ahí, la facilidad al hablar, su mano amoldada a la mía, la complicidad, el amor… o por lo menos mi amor…
Pero sobre todo el deseo, necesitaba tenerla, con impaciencia, la abrace al entrar al taxi, sintiendo su cuerpo tibio, deliciosamente curveado a mi lado, y hundí mi cara en su cuello, saciando un poco la necesidad de su olor, de su piel, no supe de mí, solo sabía que gemíamos, que estábamos dispuestas, que otra vez era mía.
Entramos al hotel, tenía tanta hambre de ella, un hambre que no se apaga con otras personas, es como haber sido desterrada de tu país, y tener antojo de la comida, la música, el contacto, el sonido de las palabras con tu propio idioma… la necesitaba, con ansiedad loca, con un deseo que muchas veces en esos meses sin ella, me dobló a la mitad literalmente.
En el elevador besos desesperados, tocarla por encima de la ropa, sus tetas en mis manos, jamás lleva sostén, todo fue un instante.
Por fin entramos al cuarto, necesitaba sus piernas, su tetas sin la tela, fui un poco ruda al quitarle la blusa para sentir sus pezones, quitarle los pantalones junto con los calzones que quedaron a la mitad de sus piernas, nada de sutilezas de otros tiempos, su vulva estaba para mí, y ella sumisa, dispuesta contra la puerta dejándose hacer, me arrodillé, para besar su vulva, comerme su monte de venus, meter mi cara en sus piernas y sentir su piel, olerla, que delicia olerla, comerme su piel, ella ya estaba excitada, babeante y fue una delicia sentir como toda yo resbalaba en ella, me moví hasta que mis rodillas se quejaron y reparé en la cama, no era la mejor posición.
Me puse de pie y ella siguió desnudándose:
- ¿quieres que me lo quiete todo o dejo algo puesto?
- quítate todo, contesté tajante.
- como te gusta algo de ropa… pensé que…
- no quítate todo te quiero ver toda, sabes que eso me vuelve loca…
- Si sé que te gusta con la luz prendida para ver.
Yo por mi cuenta inicié a quitarme la ropa, lo que la distrajo, la eterna pelea deliciosa de quien se coje
a quien primero, empezó, pero esta vez me dejé con rapidez, verla acercarse fue una delicia, sus manos en mi cuerpo, sentir sus boca y su deseo estaba siendo delicioso, otra vez sus ojos en mí, su intención en mí, su deseo volcado en mi…
Me besó tan fuerte, que me dolió, casi me avienta a la cama mientras con tono imperativo me ordenaba: quítatelo todo.
Quedé desnuda y ella encima  mío, inició a moverse, su cara llena de deseo y de satisfacción, yo sabía que se vendría pronto; Pero algo estaba fuera de lugar, mientras se movía, jalaba de mi pelo, no ajustó su ritmo al mío, no preguntó si yo estaba bien, no se detuvo cuando me quejé, me estaba lastimando, mi cabeza tuvo un relámpago de conciencia: me está lastimando, igual que lo hizo estos meses con su ausencia y algo en mí me dijo ¡detente y vete!
El relámpago se esfumó, ella estaba teniendo un orgasmo y pude cambiar su posición, yo encima de ella, tomé sus manos para que no se moviera, yo la necesitaba tanto, tener su vulva contra la mía, sentirla, y empecé a moverme, yo ¡gemía tan fuerte! La sensación era tan intensa que casi de inmediato, tuve un orgasmo… la emoción me inundó y lloré, primero de satisfacción, y luego de tristeza, el relámpago otra vez: te está haciendo daño ¡vístete y vete!
Me baje de ella llorando, yo era estúpida, ella se iría justo saliendo del hotel, no volvería conmigo, ya no me ama, me lo dijo muchas veces con la deserción y la manera en la que estábamos haciéndolo, sin cuidados, sin preguntas, nos delataba, ya no le importo, y yo no sé si me importaba. Yo he jugado este juego antes, se llama desamor, es cuando dejas de importarle y dejan de prestar a tención.
¡Me está haciendo daño! el relámpago otra vez, ahora acompañado de otra idea ¡me estoy haciendo daño!, yo la invité, yo dije que quería, yo, fui yo, no podía dejar de llorar, antes de que se fuera nuevamente, me puse la ropa y esta vez, me fui yo. 

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Gracias
Elena Vega

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