lunes, 17 de julio de 2017

CUENTO LÉSBICO DE ROMPIMIENTO: TU FANTASMA

TU FANTASMA

Vi a esa mujer abrazar al fantasma de su madre, -¡Está aquí!- dijo ella mientras abrazaba a otra mujer,
que abrió los ojos llenos de asombro y extrañes, el asombro que cualquiera tendría si fuera jalada hacia atrás en un abrazo efusivo, sorpresivo y poderoso.
Está aquí seguía diciendo ahora con los brazos vacíos observando las paredes, el aire, volteando hacia todos lados y reía.
Yo la veía sin dar crédito a lo que había pasado, esa mujer era mi compañera de trabajo, estaba fuera de sí, abrazando pacientes diciendo que su madre estaba ahí, una parte de mí decía -Qué bonito tenerla aunque no esté presente-
Mientras otra parte de mi pensaba en cómo redirigir la situación para llevar al grupo terapéutico a una situación de salud mental, sanar heridas y aprovechar el tema de las personas ausentes para el crecimiento personal.
Parecía que el grupo se salía de control, la mujer que había sido abrazada ahora lloraba, otra chica pidió un pañuelo y observé a otra llorar, alguien más empezaba a hacerlo, mientras mi compañera seguía a mitad del salón con sonrisa de encanto viendo al infinito.
Pensé: a enloquecido, ¡pero qué bonita locura!, tenerla otra vez, aunque ella se haya ido hace mucho, mucho tiempo.
Hice mi función, pensé en cómo llevar al grupo a resolver, re acomodar, re orientar, sanar o lo que necesitara hacer cada una de ellas con lo que pasaba en es ese instante, yo sé que ir en contra de lo que sucede sólo porque quiero el control, sería contraproducente, vino a mi memoria la voz de mi maestra: ¡úsalo! Lo usé, ellas cerraron sus ojos para cada quien estar con su fantasma…
Y yo con ojos abiertos vi el tuyo...
Lo primero que vi fueron tus ojos, que me veían otra vez con amor, iluminados y brillantes ojos de colibriza ante su flor, nada de vacío, de estar pero no estar, nada de impaciencia o desamor, otra vez tus ojos alegres viendo los míos.
Sabía que no debía, que era una de esas cosas prohibidas que no debía hacer, pero dejé que tu fantasma se acercara, y vi tu boca, tu hermosa y carnosa boca acercándose a la mía, con esa sonrisa de mujer enloquecida de amor, que se acerca por un beso, tus labios rozaron los míos y me dejé
vencer por tu fantasma, te abrace.
Olí tu cuello, tu piel otra vez, mientras mi voz seguía guiando al grupo a imaginar el olor, los colores, las formas, sentir…
Te abrace fuerte, - te extraño tanto- le dije a tu fantasma, -aquí estoy, siempre, siempre, cada vez que quieras-, me dijo tu fantasma con la misma seguridad con la que tú me prometiste estar conmigo hasta los 90, -te extraño tanto, te esperé tantos años-, le dije, mientras tu fantasma me prometía estar como yo quisiera, cuando yo quisiera, donde yo quisiera, y disfruté el instante, sabía que tu fantasma decía la verdad, mientras yo le llamara tu fantasma estaría conmigo siempre.
Disfrute tus labios y el olor de tu cuello, la suavidad de tu piel, todo en un instante, mi propia voz me
distrajo, justo en el momento en el que en voz alta le decía al grupo:
-         Ahora, cuando esté bien para ti... abre los ojos para continuar con la sesión el día de hoy.
Tu fantasma dio un paso atrás mientras reía y prometía regreso cuando yo le evocara, y vi nuevamente las sillas, el suelo, las paredes del consultorio y en automático mi voz otra vez habló por mí diciendo: ¿alguien tiene algo qué compartir al grupo? Mientras sentía en mi cara una sonrisa idéntica a la de mi compañera al pararse y ver el espacio diciendo: ¡ella está aquí!
Llamé a tu fantasma todos los días dese entonces, estaba siempre, acudía siempre, nada detenía a tu fantasma, ni sus hijos, ni su trabajo, ni el cansancio o la enfermedad, ni el desamor o el desinterés, tu fantasma siempre estaba ahí, para mí. Siempre había wifi donde tu fantasma estaba, siempre buena comunicación, tu fantasma siempre me veía con amor y jamás peleamos.
Esa disponibilidad era sospechosa, tu fantasma no eras tú, su sonrisa era falsa y sus besos también, deje de pedirle que viniera, deje de soñar que estabas conmigo otra vez y hable con tu fantasma:
-Debo dejarte ir, no volveré a llamarte, sólo me hace daño.
- Aquí estoy cuando quieras- dijo como única respuesta.
A veces la llamo y le hago el amor, o la beso, tomo su mano o le cuento como me fue en el día, a veces veo tus ojos otra vez y luego la dejo ir, prometiendo no llamarla otra vez, pero donde está tu
fantasma siempre hay buena recepción, buen wifi, llegan los mails de mis pensamientos y ella siempre responde.


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Me puedes escribir a sociedadequilibrio@yahoo.com.mx
Gracias


Elena Vega

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