miércoles, 10 de octubre de 2018

Cuento terapéutico para seguridad y crecimiento: La oruga Adelma


La oruga Adelma


Había en un bosque que se encuentra en tu mundo interior que es basto y amplio, lleno de recursos y posibilidades, un árbol de cerezo, en el que vivía una familia de orugas, existen mucha clase de orugas, pero estas eran verdes, rechonchas y con un círculo rojo rodeado de un gran círculo café, en cada una de sus circunvoluciones.

Esta familia de orugas era muy respetada en la comunidad del árbol de cerezas, tenían un comportamiento intachable para orugas verdes con círculo rojo y café, existían reglas muy estrictas para ellas, la oruga Adelma era muy activa en escuchar, aprender y seguir las reglas de las orugas de su familia siempre.

Una regla era jamás, jamás te alejes del árbol de cerezo, es el cobijo, tu casa, te protege de depredadores y peligros, jamás, jamás te alejes del árbol de cerezo.

Sólo come hojas de cerezo, el objetivo de tu vida es cuidarte, comer hojas de cerezo y engordar, ponerte lo más rebosante que puedas, eso es lo que las orugas nacieron para hacer.

Jamás te pongas en contacto con otro tipo de orugas, sería un escándalo para las orugas verdes con círculo rojo y gran círculo café.

Una de sus hermanas era inquieta, subía bajaba por todo el árbol, hablaba con otras orugas y animales y un día… ¡hizo algo inconcebible! Bajó del árbol de cerezo ¡y comió hojas de pepino!!

Toda la familia la regañó y se burlaron de ella, poniéndole el apodo de Pepina, Adelma creía que se lo merecía por haber roto las reglas de las orugas, ella jamás, jamás rompería las reglas, sería fiel a su familia y a las reglas de las orugas.

Un día Pepina se fue al bosque y regresó con noticias del bosque, había hablado con la madre naturaleza y Pepina informaba a la familia que haría un viaje, para encontrar lo que ella quería ser de sí misma,  para la oruga Adelma todo eso eran fantasías y cosas sin sentido, ¿cómo que saber que quería ser? ¡Ella ya era una oruga! Y ¿qué era eso de la madre naturaleza?! Se resignó, Pepina estaba loca pero no sabía cuan ¡loca!

Ese mismo día Pepina empacó una hojita de cerezo e inició su viaje, no supieron de ella muchos meses, y Adelma siguió con su vida bien determinada y recta de las orugas que se portan bien, incluso engordó y engordó.

Un día Pepina regresó con historias fantásticas de su viaje, había conocido seres mitológicos como un ratoncito de campo, unos cochinos, lagartijas, sapos, un camioncito rojo, una abeja y había probado algo que ella llamaba miel, soñaba con flores y vuelos, con  miel y viento, decía que la madre naturaleza le había dicho que sus sueños se convertirían en realidad, solo debía estudiar y saber cómo convertirse en lo que ella ya era en realidad: una mariposa.

Para Adelma todo esto era como los cuentos de Marco Polo, invenciones de una pobre oruga loca que había perdido el rumbo.

Pepina estudiaba día tras día, resultaba que había mucha bibliografía sobre orugas y mariposas, si algo había sacado en claro era que debía subir a lo alto del árbol más alto que encontrara, tejer un capullo y con el tiempo se convertiría en mariposa.

Peina sin más miramientos escogió un árbol, subió hasta donde le pareció suficientemente alto y tejió su capullo como los libros le habían enseñado y ahí se quedó, pasaron días y días, noches, tardes, meses, Adelma pensó que Pepina había muerto, pero un día de primavera el capullo se abrió y de él salió ¡una mariposa!, era Pepina completamente transformada, era ella pero no era, era ¡una mariposa!! Con alas hermosas, con los colores de las flores, y ¡volaba!

Después de este acontecimiento tan importante, las cosas eran calaras, pepina decía la verdad, sobre los sapos, los camiones, la madre naturaleza…

Si Adelma había dudado ahora los sabía… todo era verdad, eso en lugar de entusiasmarla le dio ¡miedo! Qué mundo tan grande hay allá fuera del árbol de cerezo y dentro de mí…

Muchas orugas verdes, marrón, azules, moradas, rojas se inspiraron con Pepina y también iniciaron sus propios viajes, subieron a lo alto de un árbol y se convirtieron en mariposas.

Pero Adelma dijo no, yo soy oruga y voy a permanecer siendo oruga, siguiendo las reglas de las orugas, comiendo hojas, engordando y jamás, jamás dejaré el árbol de cerezo.

Como sus hermanas se habían ido Adelma inició a romper las reglas un poco y ¡hablo con otras orugas! Pero en secreto, incluso al moverse un poco su vida cambió y encontró una compañera, era una hermosa oruga marrón, con manchas negras con café en lugar de rojas con café y en su lomo había pequeños picos, en lugar de las suaves redondeces de las orugas verdes, ¡era hermosa!

Hicieron un pacto, permanecer juntas en el árbol de cerezo para toda la vida, ser compañía una de la otra, siempre, como estaba prohibido para las orugas verdes hablar con toras orugas, Adelma lo mantuvo oculto, esa vida era buena, pero un día la hermosa oruga marrón también sintió la llamada de las alas, de los viajes y se fue.

Para Adelma las cosas se desmoronaban, las orugas ya no se quedaban, nadie hacía caso de las reglas, todo estaba de cabeza, un día el árbol de cereza habló con ella, debía irse, Adelma debía irse del árbol de cerezo, ¡todo eso era aterrador!, corría peligro si seguía en él, y salir de él era ¡aterrador! Lo pensó y lo pensó, la decisión era urgente, debía irse, las patitas de Adelma jamás habían tocado ¡el suelo!

Pero lo hizo, una patita a la vez, y se preguntó ¿qué voy a hacer? Ir a otro árbol fue lo primero que sus instintos le dijeron y caminó y caminó, por la tierra y el pasto, rodeando flores y escalando arbustos hasta que encontró un árbol, un modesto árbol de pino.

Saludó (cosa nueva para ella) y subió a él, ¡el pino la recibió con mucho entusiasmo! ¡Pero que tenemos aquí, una oruga de verde de cerezo! ¡Bienvenida! Mientras soltaba carcajadas, para Adelma era raro que el árbol fuera tan alegre el árbol de cerezo siempre había sido callado y recatado, meditativo, le dio las gracias al árbol de Pino por recibirla y le pidió permiso para comer algunas hojitas, el árbol de Pino rio a sus anchas jajajaja ¡claro! prueba.

Después de haberse privado de comer tanto tiempo, intentó comer una hoja de pino, pero era ¡imposible! Su sabor era amargo y demasiado aromático, eran hojas duras y la experiencia fue ¡terrible! Si se quedaba ahí moriría de hambre, entonces fue cuando se dio cuenta, en ese árbol vivían ardillas y pájaros, hormigas, pero no orugas, una ardilla se acercó a ella Adelma casi muere del susto, la ardilla se presentó soy Naty, vivo en este árbol de pino, te veo un poco desorientada y asustada, ¿te gustaría pasar la noche en mi casa? Este no es un buen lugar para orugas verdes de color hoja tierna  tan regordetas, un mirlo o un cardenal podrían querer comerte, Adelma aceptó con gusto y alivio, entraron al hueco del árbol de pino,  parecía que el árbol de cerezo fuera un sueño de hace mucho tiempo y a la vez no, intentó comer una bellota que por dentro es suave pero ese tampoco era alimento para oruga, Naty le recomendó que siguiera buscando, ve a otro árbol con hojas tiernas y de un verde menos profundo como las hojas de cerezo, por primera vez Adelma se sintió tan agradecida que no sabía cómo expresarlo, Naty lo hizo por ella, le dio un abrazo y le dijo buena suerte amiga.

Así que por segunda vez en su vida al día siguiente después de descansar y hacer una amiga, emprendió el viaje de regreso al suelo y recorrió todo el tronco del árbol hasta que sus patitas tocaron nuevamente el suelo, les dio las gracias a Naty y al pino por guarecerla esa noche y partió.

Al caminar algunos centímetros, ya tenía tanta  hambre que dio unos mordiscos a las hojas de pasto y no estaban tan mal, pero siguió su camino, algo dentro de ella le decía que debía encontrar un lugar alto para guarecerse.

Siguió su camino, que para ella era largo, porque era una diminuta oruga y porque jamás había caminado tanto en su vida.

Así encontró un árbol diferente con un tronco grande y en algunas partes blanquecino como si se despellejara, las hormigas le contaron, bienvenida al eucalipto, Adelma jamás fue muy exploradora que digamos, conocía sólo la rama del cerezo que le habían dicho que le tocaba, ahora estaba teniendo que subir y bajar troncos explorar hoyos madriguera y ahora estaba frente a un árbol nuevo, era abrumador.

Adelma respiró profundo y no dejó que la sensación de nervios y de estar fuera de lugar la dominara, esto era algo que debía hacer sí o sí. Les dio las gracias a la las hormigas por comentarle que árbol era aquel y pidió permiso al eucalipto para subir y quedarse en le, el eucalipto guardó silencio, por un largo momento tenso no supo que hacer, irse, subir, ¡que árbol tan raro que no dice nada¡ dijo ella para sus adentros.

Así la encontró una mariquita este pequeño escarabajo rojo con machitas negras que ella ya había visto en el árbol de cerezo, que decidiste ¿te quedas en el eucalipto o no te gusta el aspecto de su corteza? Estoy esperando a que me dé permiso el eucalipto para estar aquí y saber las reglas de este árbol, jmmm se quedó pensando la mariquita, ¿las reglas? ¿El permiso? Nada de eso tenía sentido para ella, lo pensó por unos segundos más y le dijo, las reglas las trae escritas tu corazón y el permiso siempre lo tienes, lo que falta es decidir.

Adelma se quedó confundida, decidir, decidir no era parte de todo este viaje, no le habían dado la oportunidad de decidir, solo todo cambió, y tuvo que viajar salir y estar ahí. Y ¿qué era eso de tener las reglas en el corazón? No quiso decir nada porque había aprendido con Pepina que aunque las cosas parecen raras pueden tener sentido un día, dejó esas palabras bien guardadas en su campo fértil, de los pensamientos para ver si un día daban frutos comestibles.

Hola le dijo Adelma ¿eso quiere decir que puedo quedarme? – Si, le dijo la mariquita, si tú quieres sí. Y… ¿sabes que rama es la de las orugas verdes? La rama de las orugas verdes es… la rama que las orugas verdes escojan supongo. ¿Qué rama te gusta? Adelma miró las ramas del árbol buscando una ni tan alta, ni tan baja, donde se viera el sol pero tuviera muchas hojas, y justo ahí encontró una buena rama, jamás se había preguntado: ¿qué rama me gusta?, estaba tan cansada y hambrienta que decidió no pensar más, le dio las gracias a la mariquita y se puso en marcha.
Soy Odet dijo la marquita mientas abría sus alas y saltaba a la siguiente rama, nos vemos por aquí, soy Adelma alcanzó a decir ella nos vemos por aquí.

Adelma subió, pidió permiso para probar una hoja pero el árbol no hablo y ella de todos modos la mordió, ¡que sabor tan fuerte! Dijo ella, son hojas duras, daré unos mordiscos más y dormiré, no sé si pueda vivir por siempre en un árbol con hojas así, se descorazonó, mañana tendría que bajar nuevamente el árbol y ¡buscar otro!! Esto se estaba convirtiendo en un largo, largo viaje y como Pepina estaba conociendo animales y teniendo aventuras, haciéndose una oruga llena de conocimientos como para hacer un libro, se sorprendió de sí misma.

Tomó una de las hojitas duras del eucalipto y se enrolló para dormir, mañana iniciaría su viaje otra vez.

A la mañana siguiente dio las gracias al eucalipto y se despidió de Odet, esta vez sabía cómo hacerlo gracias amiga Odet! Nos vemos por aquí, - Nos vemos Adelma cuando decidas donde es tu hogar iré a visitarte, contestó la mariquita.

Así Adelma bajó por el tronco del eucalipto y comenzó de nuevo a caminar, esta vez le constó menos trabajo saltar del tronco al piso, mordisqueó otra hojitas de pasto que un poco insípidas y fibrosas era lo mejor que había probado desde que salió del cerezo.

Había caminado una patita de tras de otra por centímetros y centímetros formado ya metros de distancia, un mundo entero para una oruga verde, y entonces pregunto en voz alta ¿y para donde se supone que deba ir? ¿Que se supone que debo hacer?

¡Y apareció, la madre naturaleza en persona! habló con Adelma, hola Adelma dijo la madre naturaleza, Adelma se mareó del impacto y vio borroso un instante, era justo como la había descrito pepina y más, imponente, enorme con las estrellas y la tierra girando en ella, y alrededor de ella, la madre naturaleza era todo, la boca seca de Adelma no le permitía articular palabra, pero dijo un tímido hola.


Te he estado siguiendo en tu camino Adelma, vas muy bien, felicidades

¿Sí? Dijo Adelma sorprendida -¿lo hago bien? Pero si no se para dónde voy, ni a donde voy a allegar, no tengo rumbo.

La madre naturaleza le contestó que por el momento el rumbo que tenía estaba bien porque lo dictaba un objetivo que se había puesto, estar nuevamente en un árbol con hojas comestibles y segura.

Ese es tu camino.

Si pero no veo las direcciones claras que debo tomar, voy a la derecha a la izquierda…

Justo como lo hiciste estos días es la manera, lo haces de maravilla y la madre naturaleza tomó una llamita azul de dentro de su corazón y lo puso dentro del diminuto corazón de Adelma, te conozco de toda la vida, le dijo, he estado contigo siempre, y se justo lo que necesitas ahora, la llama azul ya te lo está dando, recuerda que estoy contigo siempre.

Y como si en un solo instante el universo se metiera dentro de Adelma la madre naturaleza se metió dentro de ella.

Por un instante se mareó, sintió que su cuerpos se aflojaba, pero esta vez no fue de miedo o desorientación, cuando todo dejó de dar vueltas Adelma volteó para todos lados incluso revisó su verde cuerpo, no había nada especial, bueno sí que había bajado de peso con tanto ejercicio y la dieta de hojas amargas y duras, pero nada más, lo que había cambiado estaba adentro, de ella, la madre naturaleza estaba adentro de ella, pero era raro, se dio cuenta de que siempre ahbía estado en ella.

Ahora se parecía más a Pepina que a ella misma, viajando hablando con la madre naturaleza, y además preguntándose ¿y yo qué quiero?

Con estas reflexiones siguió caminando, el tiempo se le hizo corto y sin darse cuenta topo de frente con otro árbol, esta vez no encontró hormigas que le dijeran de que árbol se trataba, su corteza era rugosa, fuerte, esta vez se atrevió a ver hacia lo lato y vio con gusto que lo que se movía en la ramas eran hojas verdes del mismo color que ella, esto era prometedor.

Movió cada uno de sus seis pares de patitas llena de esperanza, estoy segura que llegué a mi lugar, se dijo a sí misma, sabiendo que desde ahora cualquier cosa que pasara sabría como encontrar otro árbol, otra casa, hacer amigas.

Pidió permiso al árbol para poder quedarse y el árbol respondió diciendo ¡bienvenida!, Adelma sintió gran alivio al escuchar la voz del árbol, se presentó y dio las gracias por la bienvenida, hola soy Adelma una oruga verde de manchas rojas y café, hola Adelma yo soy un árbol de trueno, espero que nos llevemos bien, me encanta tener una oruga verde, ¿dónde te gustaría estar?

Esta vez sabía cómo encontrar su lugar en ese árbol, busco la rama que más le gustó y encontró un buen lugar lleno de hojas verdes, y se preparó para dar el primer mordisco, ¿qué deliciosas estaban esas hojas! Tiernas, suaves, de buen sabor, nutritivas para cualquier oruga, había encontrado un nuevo hogar.

Después de hacer una buena comida la primera desde que iniciara su viaje, le dio curiosidad, ¿Trueno, porque te da gusto que una oruga verde este entre tus ramas?

El trueno le respondió que le gustaba mucho porque en poco tiempo Adelma se convertiría en una mariposa, de esas de alas grandes y colores hermosos y eso era muy bueno para las flores y para los  árboles porque polinizaban a las plantas.

¿Porque los árboles y la madre naturaleza ven en mi algo que yo no veo, ni siento?, se quedó pensativa mientras daba las gracias al trueno por su buena actitud, tal vez pensaba ella, tienen expectativas en mí que jamás cumpliré, pero la llama azul de la madre naturaleza se prendió adentro de ella era una sensación cálida y agradable, algo pasará pronto dentro de ti, sigue haciendo lo que te toca.

Así pasaron minutos y horas, tardes, noches y semanas, un día la madre naturaleza habló con ella, y le dijo sentirás el llamado Adelma, sentirás a todo tu cuerpo pedirte que lo hagas, pero más allá de eso algo más allá de adentro de ti te lo pedirá, como te pidió encontrar un árbol, como le pide a los patos que migren y yo estaré acompañándote siempre.

Esta vez Adelma no lo dudo y mejor se preparó para lo que parecía inevitable, se convertiría en mariposa, y leyó, estudió, practicó, por fin sabía para que comer tanta hoja, todo tenía un propósito, todo eso se convertiría en su nuevo cuerpo, sus alas, sus nuevos sistemas internos, todo tenía sentido y todo eso le daba miedo, pero también un poco de gusto y todavía no sentía nada dentro de ella pero estaba preparada para lo inevitable, volar, polinizar, comer miel, incluso migrar y conocer más del mundo…

Un día mientras comía una deliciosa hojita de trueno y veía el sol meterse en el horizonte lo supo, era su momento, amó tanto ser oruga y que bueno que lo había amado, porque era la base para ser lo que estaba a punto de ser.

Bajó nuevamente del árbol de trueno y subió a un árbol más alto y encontró un buen lugar, tejió su capullo ¿alguna vez se iría el miedo? Pensó Adelma mientras tejía. Y como respuesta la luz azul de la madre naturaleza se encendió dentro de ella, y trabajó toda la noche, tejiendo y tejiendo su capullo.

Hasta que lo culminó, y ahí permaneció días y noches, tardes y horas, meses, hasta que un día, de primavera, rompió la crisálida y salió hecha una mariposa, dejó que el sol calentara sus alas, que se fortalecieron cada vez más y más, faltaban muchas cosas por saber, por aprender, y la luz azul de la madre naturaleza volvió a brillar dentro de ella.

Lo primero que hizo fue reconocer su nuevo cuerpo, y vio que era ¡hermoso! ¡Seguía siendo una oruga!, más pequeña y delgada pero una !oruga¡ Y luego vio sus alas, con tantos colores hermosas alas, las movió y fue muy agradable, y entonces sintió con urgencia a su corazón diciendo ¡vuela! Pero Adelma seguía aferrada a las hojas del árbol, vuela volvió a escuchar,!me caeré¡, ¡las orugas no vuelan! ¡pero tienes alas! Decía la madre naturaleza, y la volvió a ver tan hermosa e imponente, Adelma confía en mí, confía en ti, la tomó del árbol y le dijo yo te acompaño siempre… sopló sobre sus alas fortaleciéndolas aún más y la posó nuevamente en el árbol, vuela le dijo mientras encontraba nuevamente su lugar dentro de Adelma y esta vez lo hizo… su primer vuelo fue como la primera vez que toco el suelo, y cada vez lo disfruta más, la nueva vida tenía nuevos aprendizajes y había mucho que aprender…

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Elena Vega








CUENTO: TODAS LAS NIÑAS CRECEN



CUENTO: TODAS LAS NIÑAS CRECEN

Si, todas las niñas crecen, aún las inanimadas crecen, las virtuales, bueno puede ser que esas no

pero lo que sí es verdad, e indiscutible es que las niñas humanas crecen, crecemos, estas creciendo.

Algunas lo saben y es como si se calzaran un guante a la medida, simplemente el crecer encaja, es fácil se amolda, es sencillo. Otras niñas no lo saben pero un día un suceso extraordinario se los dice y aprenden a crecer con dolor o sorpresa, con alegría y amor, con espanto, cariño, reproche o tristeza, pero crecen, maduran, sabiéndose mujeres.

Es importante que te enteres de eso, porque sucede que pasa en algunas partes, momentos, lugares, que algunas niñas no se enteran, viven siendo niñas a los 30, 60, 40, 19, y no se enteran de que están cambiando, que se están transformando, que la vida les está pasando y las fortalece, las hace sabias, en fin que también crecen.

Pero algunas de ellas por permanecer niñas se pierden de las delicias y tristezas de ser una mujer adulta, independiente, autoresponsable, poderosa.

Algunas se sienten atrapadas eternamente en la infancia sin alas, viviendo “eternamente” al parecer, el placer de las delicias y las tristezas de ser niñas, añorando ser mujeres.

Por eso no importa si eres una bebé, niña o adulta ¡entérate! Todas las niñas crecen y maduran.

Algunas si, otras no; ¿son responsables? Algunas si, otras no, pero eso no importa, ¿sabes qué importa? Que lo sepan, que lo sepas, que los sepa, que sepamos que todas las niñas crecen, maduran, se fortalecen.

¿Para qué necesitan esas niñas, bebés, ancianas, grandes, tú, yo saber que todas maduran, maduramos, maduras, madurando?

Bueno para que hagas con esta información lo que quieras, utilízala o tírala, haz un papalote o date cuenta, tampoco importa, porque puede ser que no sea tu momento, su momento, mi momento, pero cuando estés preparada esa información llegará a ti automáticamente ayudándote a vivir, llegará como un regalo que se abre ahora sin que puedas evitarlo en un  momento específico, no sabes cuándo ¿hoy, mañana, al terminar esta lectura? O cuando  necesites, germinará en ti y sentirás, sintiendo ahora el poder personal y la libertad que da ser una niña que creció.



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Elena Vega


lunes, 14 de mayo de 2018

SEXUALIDAD FEMENINA


SEXUALIDAD FEMENINA

En el prólogo del libro “Delta de Venus” Anaïs Nin, menciona lago que deja plasmada la historia de la sexualidad femenina, sobre todo lo que se refiere al erotismo, el placer y el gozo:
“Me costaba la gran disparidad existente ente lo explícito de Henry Miller y mis ambigüedades, entre su visión humorística rabelesiana del sexo y mis poéticas descripciones de relaciones sexuales contenidas en los fragmentos no publicados de mi Diario… experimentaba el sentimiento de que la caja de pandora contenía los misterios de la sensualidad femenina, tan distinta de la masculina que el lenguaje del hombre no resultaba adecuado para describirla.
Creí que las mujeres eran más aptas para fusionar el sexo con la emoción con el amor y para escoger a un hombre antes que caer en la promiscuidad, Me di cuenta cuando escribía mis novelas y el Diario... Pero aunque la actitud de las mujeres hacia el sexo fuera por completo distinta a la masculina, aún no hemos aprendido a escribir sobre el tema.
Estos relatos los escribí para entretener, bajo la presión de un cliente que me pedía que <<me dejara de poesía>>, creí que mi estilo derivaba de una lectura de obras debidas a hombres, y por esta razón sentí durante mucho tiempo que había comprometido mi yo femenino. Olvidé estos relatos. Releyéndolos muchas años más tarde, me doy cuenta de que mi propia voz no quedó ahogada por competo. En numerosos pasajes estaba utilizando intuitivamente un lenguaje de mujer, viendo la experiencia sexual desde la perspectiva femenina. Al final decidí autorizar la publicación de mis relatos eróticos porque muestran los esfuerzos iniciales de una mujer en un mundo que había sido exclusivo de los hombres”.
Anaïs Nin Los Ángeles Septiembre 1976

La sexualidad femenina tiene muchos componentes, hormonal, gonadal, genético, anatómico, legal y el sexo psicológico, que tiene varios componentes, el esquema corporal, el género, la intimidad y el deseo, de todos estos componentes, me parece trascendental mencionar el deseo.
Me interesa nombrar el aspecto erótico y de deseo, no de maternidad u otros, hablar de placer y sexualidad ligada al deseo en mujeres parece ser transgresor, por ejemplo es el sexo y no el amor el que podría causar algún tipo de problema para ser aceptada si eres lesbiana, el amor platónico o fraterno no es criticado, juzgado, señalado como malo o vergonzoso, pero esta situación no es exclusiva de un sector de mujeres como las lesbianas, es de todas, por eso la necesidad de aprender a escribir sobre el tema como dice Anais Nïn.
Nombrarlo, escribirlo, reflexionarlo, quedarnos en el tema del placer sexual femenino, disfrutando y aprendiendo de nosotras mismas, antes de la interrelación con el otro, la otra, los otros, las otras… Apropiarnos de la sexualidad para tornarla como una amiga que nos brinda placer, alegría, compañerismo y complicidad antes de relacionarme con alguien más, antes de la relación con otros(as) la relación es conmigo, mi cuerpo, mi sexualidad, mi deseo, por eso nombrar el placer sexual femenino.
Se puede describir la sexualidad femenina como contenida por la estructura de la sexualidad masculina, es como describir un vaso de agua, el agua sería la sexualidad femenina y el vaso la masculina, ¿qué pasaría si nos diéramos a la tarea de quitar esta estructura y ver qué forma propia tiene la que hasta ahora creíamos agua moldeable ante el deseo del otro?
Las feministas han hecho planteamientos centrales sobre la sexualidad en tanto que terreno de  constreñimiento,  de represión y peligro, así como de actuación, exploración y placer. El sexo es una  construcción social que se articula en muchos puntos con las estructuras económicas, sociales y políticas del mundo material. El sexo no es simplemente un hecho “natural”… Aunque la sexualidad, como  toda actividad cultural humana, se basa en el cuerpo,  la estructura, la filosofía y el funcionamiento del cuerpo no determina la configuración o el significado de la sexualidad de una forma directa ni simple. (Gloria Careaga, 2004)
Imaginemos que estamos en una isla desierta, justo en la edad en la que descubrimos nuestra sexualidad, no sé qué edad sea para ti, solo observa que despierta tu interés en el erotismo, en las sensaciones de tu cuerpo, de tu sexualidad, puede ser un ritmo, una sensación, un movimiento, un roce o lo que sea, tienes todo el tiempo para explorar, sentir, descubrirte, apropiarte de tu cuerpo, tus ideas al respecto, tus sensaciones, sin restricciones quédate contigo misma, descubriéndote.
Esto agrega un factor de moldeamiento de la sexualidad diferente, al que vivimos de niñas, o preadolescentes, adonde nos llevaría el deseo puro y como sería tu sexualidad si esto hubiera pasado…
Sé que la sexualidad humana es relacional y esto es sólo una hipótesis descabellada, que nos lleva a la reflexión sobre la libertad, la sexualidad propia y con identidad femenina, pero imaginarlo ya da una idea y nombra de muchas maneras la sexualidad femenina.
“Frente  a  las  diferencias  anatómicas  y  psicológicas  entre  hombres  y mujeres,  en el  año  2001  R. Basson construye un modelo de respuesta sexual de tipo circular, basado en la   intimidad,   describe las   fuerzas   motivacionales   fundamentales   que despiertan  el  deseo. La  mujer  presenta  una  excitación  mental  y  subjetiva, pudiendo  tener  o  no 
consecuencias  genitales  o  extragenitales.
Este  modelo abandona   los   elementos   tradicionales   del   deseo,   excitación,   meseta, orgasmo y resolución, argumentando que éstos no corresponden al reflejo de la experiencia sexual de las mujeres.
Se basa en observaciones de las fases de la  respuesta  sexual  de  las  mujeres  en  un  modo  variable  y  superpuesto.  La motivación  sexual  de  las  mujeres  es  mucho  más  compleja  que  la  simple presencia  o  ausencia  de  deseo  sexual,  por  lo  tanto  el  modelo  introduce elementos  como  la  necesidad  de  una  intimidad  emocional,  estímulo  sexual, condicionantes  biológicos  y  psicológicos  y  la  satisfacción  de  la  relación.( Basson  R.  Women’s  sexual  dysfunction:   revised   and   expanded definitions. Review. CMAJ 2005;172(10):1327-33) Actualmente  es  el  modelo  más  citado  como  modelo  de  respuesta  sexual Femenina” citado por Romina Tamara Valenzuela Peters Concepción, Chile 2014, Tesis De Maestría Función Sexual De Trabajadoras En Turno Del Sector Salud pág. 17-18.
Fase  de  excitación: en  los  órganos  genitales existe  un  aumento  del riego   sanguíneo   a   la   pelvis   y   la   región   genital.   En la   mujer   ocurre tumescencia  del  clítoris  y  labios  menores,  lubricación  vaginal,  alargamiento de dos tercios internos de la vagina, estrechamiento de un tercio externo de la  vagina,  secreción  mucoide  por  glándulas  periuretrales,  retracción  del clítoris.   Extragenitalmente,   erección   de   los   pezones,   hiperventilación, taquicardia, aumento de la presión sanguínea y rubor sexual.
Además de estos existen otras particularidades que podrían caracterizar la sexualidad femenina que solo se mencionarán sin profundizar en cada uno de ellas debido a que el tema por su importancia requeriría otro trabajo de investigación.
1.      Órganos sexuales poco expuestos
2.      Eyaculación femenina
3.      La existencia del clítoris con el único objetivo biológico de proporcionar placer
4.      La anatomía interna del clítoris que se alarga a los costados de la vagina, por ello un orgasmo clorótico y uno vaginal en realidad tienen el mismo origen el clítoris.
5.      La posibilidad de multiorgasmos sin necesidad de recuperarse, sobre todo si son vaginales. Las mujeres por el contrario, no tienen periodo refractario y son capaces de múltiples orgasmos” 19 Stuart  Ira  Fox.  Reproducción.  En: Fisiología  humana.  7ª.  Edición. Editorial McGraw Hill Interamericana; 2003: 666-669.
6.      Emociones ligadas a l deseo y como forma de expresión de la sexualidad
Apropiarnos de nuestro cuerpo y nuestra sexualidad, desafiando los mandatos de género sobre nuestra sexualidad y cuerpo, es que podríamos las mujeres de cualquier preferencia sexual, llegar a su autoacetpación, lograr este proceso, requiere valor, confrontación, ser señalada o clasificada por el afuera,  por alguna de las etiquetas que Marcela Lagarde menciona en su libro “Los cautiverios de las mujeres: madresposas, monjas, putas, presas y locas.
Pero existe una dimensión más que no he tomado en cuenta, la cual Clarissa Pinkola (año) Estés, desarrolla en su libro “Mujeres que corren con los lobos”, la sexualidad femenina como sagrada, la autora describe que la sexualidad de mujeres en la antigüedad se llamaba lo obsceno sagrado, no con el significado con que hoy utilizamos la palabra “obsceno” sino con el de “sexualmente sabio e ingenioso” esto es la irreverente sexualidad femenina. La autora se refiere a la sexualidad como algo sagrado y de la obscenidad como un aspecto de la sexualidad sagrada.
Aclara que subsisten en todas las culturas mundiales vestigios de cuentos que han sobrevivido a las distintas purgas. En ellos se nos dice que lo obsceno no es vulgar en absoluto sino que más bien se parece a una especie de criatura de naturaleza fantástica que uno quisiera tener por amiga y cuya visita desearía con toda el alma recibir…
…relatos de las hazañas de las mujeres, tanto reales como mitológicas, que utilizaban su sexualidad y
su sensualidad para conseguir un objetivo, aliviar una pena o provocar la risa, y, por este medio, enderezar algo que se había torcido en la psique.
Hay cuentos de la “entrepierna” en todo el mundo. Uno de ellos es el cuento de Baubo, una diosa de la antigua Grecia, la llamada “diosa de la obscenidad”. Se le atribuyen también otros nombres como, por ejemplo, Yambe, y parece ser que los griegos la tomaron prestada de otras culturas más antiguas. Desde tiempos inmemoriales existen arquetípicas diosas salvajes de la sexualidad sagrada y de la naturaleza de la Vida/Muerte/Vida.
En este sentido, la sexualidad se puede considerar una medicina para el espíritu y, por consiguiente, algo sagrado. Cuando la risa sexual es un remedio, se convierte en una risa sagrada. Y cualquier cosa que provoque una risa curativa también es sagrada. (Estés, 2003), por ello en los ejercicios del taller se hizo lectura del mito “Deméter y Baubo” que rescata esta sexualidad obscena y sagrada de las mujeres.
Podemos concluir que la sexualidad femenina y el placer femenino son complejos y requiere de ser abordado desde otras formas menos convencionales, aprendiendo cada una de nosotras a nombrarlo, vivirlo, experimentarlo, con límites propios.


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Gracias
Elena Vega

lunes, 17 de julio de 2017

Cuento infantil: MARY LA NIÑA DE LA YEGUA BLANCA

Mary

La niña de la Yegua Blanca


El susurro de los árboles le ha contado al viento, y el viento que es tan juguetón se ha colado por la ventana, para contarnos estas cosas que estamos por saber, es la historia de una niña; Mary, y de cómo conoció a su entrañable amiga Camila.

Si nos asomamos, cual discreto rayito de luna, a través de la ventanita del rellano de la escalera, veremos a Mary observar sus pantalones de mezclilla metidos en las botas negras, (ésas, las que lleva todos los fines de semana al rancho de su abuelo), mientras baja las escaleras y se coloca el suéter, sabe que debe llevar bien atadas las botas y bien puestos el suéter y el pantalón, porque si no, su abuelo la puede regresar a casa, y entonces Mary se  perdería de todo lo bueno, interesante y divertido de los fines de semana en el rancho.

¡Escucha!, a lo lejos se puede oír el: ¡tolón!, ¡tolón!, ¡tolón! de las campanas de la iglesia del pueblo, la inquieta niña de ojos color de almendra ya lleva en pié muchas horas, por lo menos 3 antes de que el campanero llame a misa.

En caso de que te preguntes: ¿por qué se levanta tan temprano?, La crujiente madera del piso de la casa vieja, te contará que desde los tres años, que dicen las tablas fue la época en la que Mary conoció a su abuelo, a ella no la despiertan los gallos con su ¡ki kiri ki!, ni el despertador con si estruendoso ¡RRRIIINNG!, o su padre con su clásico: ¡Arriba que empieza un nuevo día!, invariablemente la despierta el: ¡Crack, toc!, ¡Crack, toc!, que hacen las botas de su a abuelo. El se despierta muy temprano, casi de noche, y siempre le dice a la pequeña que es para: ¡ganarle al sol!

Mary es curiosa, y a diferencia de sus hermanos, Alejandro, Ricardo y Ana, que prefieren las cosas de la ciudad donde viven: las bicicletas, los patines, los amigos de la cuadra, las canicas, etc., a ella le encanta el campo, levantarse antes de que la luna se esconda en el horizonte, y perseguir borregos cuando el rocío aun está en el pasto, por eso su abuelo la espera todos los días de asueto, para que aprenda los secretos que la capital no puede regalarle.

Desde que Mary tenía 5 años, su abuelo la subía con él en Lady Elizabeth, una yegua, muy amigable, que le permitía a su abuelo montarla, desde esta especial montura, la pequeña lo acompañaba a ver los sembradíos de maíz, la ordeña de las vacas y la recolección de los huevos que las gallinas dejan cacareando.

El cabello café a los hombros y una gorra en la cabeza eran la protección de Mary ante el frío de la madrugada, aunque los cachetes y la nariz siempre le terminaban rojos de frío, nunca dejó de despertarse y salir corriendo detrás de las grandes botas tempraneras.

Una mañana fría de enero, Lady Elizabeth dio a luz una hermosa yegua blanca, a la cual bautizaron como Camila. El abuelo de Mary se la presentó a ésta, cuando era apenas una potrilla con las patas flacas y nudosas, que no se separaba más de metro y medio de Lady Elizabeth; al presentarlas su abuelo dijo:

~        Mary, ella es Camila y puede ser tu amiga si tu quieres, tan amiga como…

~        ¡¿En serio abuelo?!, ¿Mi amiga?, (interrumpió impaciente la pequeña)

~        Si, tal y como Lady Elizabeth es amiga mía…

~        ¿Iré a pasear con ella, y también podré hablarle al oído como tú?

Volvió a interrumpir Mary mientras daba saltitos alrededor de su Abuelo, ante la mirada dudosa y vigilante de Lady Elizabeth.

~        Sí, (contestó el, con un tono complicado y tierno), pero, por el momento, las dos son muy potrillas como para montar y pasear.

~        ¿Qué es POTILLA?

~        Una P O T R R R I L L A, es una niña chiquita de seis años muy preguntona, dijo el abuelo y se echó a reír estruendosamente.

A veces Mary lo veía reír así, pero nunca se explicaba porque, ella lo dejaba y no preguntaba más, ya que podía correr con la mala suerte de ponerlo de malas por preguntar tanto.

Ese día empezaron las enseñanzas, su abuelo la instruyó sobre la alimentación de Camila.

Como tocarla fue otra cosa, su abuelo le explicó, en una larga caminata por los senderos del cerro, que los caballos son seres nobles y también orgullosos, que es importante tenerles respeto y cariño para poder acercarte. Le contó que los caballos y las yeguas pueden ser peligrosos si los haces enojar o se sienten inseguros, también le advirtió que no debe asustarles y jamás ponerse detrás de ellos porque las patadas pueden ser muy peligrosas.

Al día siguiente practicaron con Lady Elizabeth, que es una yegua elegante, calmada y reservada, a quien Mary conocía desde pequeña, fue fácil acercarse y pedirle permiso a la hermosa yegua gris para poder tocarle la cara; pero ni su abuelo, ni Lady Elizabet permitieron, todavía, que se acercara a la potrilla.

Tuvieron que pasar varios fines de semana, en los que, su abuelo la instruyó sobre como convivir con los caballos. Cuando la novata amiga de los corceles, logró acercarse de forma segura y controlada, su abuelo y Lady Elizabeth, la dejaron aprender a como cepillar a un caballo, y cundo dominó la técnica, le enseñaron como se hace para que la inexperta potrilla blanca “Camila”, aceptara llevar a alguien en su lomo y, como mantenerse en él, auque Camila corra o sea juguetona.

Hablar con las yeguas y los caballos, era una de las lecciones más importantes para poder ser jinete y su abuelo tuvo especial cuidado en este punto.



Bajo un árbol llorón, su abuelo parecía un mago pronunciando palabras mágicas, era una tarde soleada, viendo al horizonte, le dijo que es importante ser clara, fuerte y muy cariñosa al hablar con una yegua.

 ~        Y... ¿cómo se hace eso? Preguntó con los hermosos ojos llenos de ansiedad por saber.

~        Se dice en las leyendas que los unicornios solo se dejan tocar por alguien puro y ellos saben muy bien quien se interesa por ellos genuinamente y quien no, eso es ser puro.

Antes de que su abuelo pudiera decir algo más, la pequeña comenzó a saltar y gritar como si fuera descendiente de una cabra salvaje.

~        ¡Los unicornios existen!, ¡existen!, quiero ser amiga de uno, por favor abuelo ¡enséñame!, ¡aprenderé rápido!, ¡los unicornios existen!

~        Pero chiquilla!, según tengo experiencia, si un tema te interesa, no pararas de hacer preguntas así que de la existencia de los unicornios hablaremos otro día

~        Pero tú dijiste…

Al amoroso y experto hombre de campo se le coló una risa en los ojos, como de quien sabe que ha sembrado una ilusión, y contestó: No, hoy no, otro día.

Pero claro, no importaba lo que su abuelo dijera, después de mencionar unicornios seguido de la palabra caballos, Mary ya tenía planeada la búsqueda del unicornio perdido amigo de su abuelo, junto con los niños de la comarca, que siendo francos siempre la seguían en todas su iniciativas, aventuras y experimentos.

Algunos meses pasaron y cada vez Mary se fue acercando más a Camila que al principio salía corriendo a esconderse detrás de su mamá, luego correteaba con Mary alrededor de Lady Elizabeth como jugando a las atrapadas, hasta que la mareada madre le ponía un alto con al nariz y la instaba a jugar con Mary en el pasto más allá de ella.

Mary comenzó a hablar con Camila con las palabras que le nacían del corazón y la yegua blanca la escuchaba muy atenta, ganándose con facilidad su confianza.

Poco a poco Mary se fue haciendo cargo de cepillar a Camila y fue testigo de las lecciones que la pequeña yegua tuvo que aprender de su madre: como correr, trotar, y brincar; que pasto es el bueno y cual no.

Le toco asistir al veterinario para las vacunas y revisiones que hizo el médico a la yegua, por eso ésta crecía sana y fuerte.

Ambas aprendieron juntas a ser compañeras y lo difícil que es aprender algo nuevo, y para ambas ¡todo era nuevo!



Las dos tenían pasiones similares, correr, el viento, el pasto y explotar el mundo, siendo cada vez más sabias y seguras sobre como caminar, pisar y correr en esta tierra.

Mary, que en ese entonces tenía 6 años aprendió ávidamente, y Camila, creció convirtiéndose en una joven yegua rápida y ágil, para cuando Mary tenía 8 años era capaz de convivir perfectamente con la yegua. Fueron siempre leales una con la otra y así fue como creció su amistad y se hicieron inseparables.

Ahora, por lo menos uno de los días del verano, están juntas desde el amanecer hasta el fin de la jornada, dejando las cosas del rancho a un lado. Salen muy temprano, sin hacer ruido, para no despertar a los hermanos, ni al padre de Mary, que duerme plácidamente. Mary sale junto con su abuelo a quien solo con una mirada comunica que ese día es solo para Camila y ella.

Todavía es de madrugada cuando ya están fuera, por eso saludan a la luna que aún alcanza a sonreírles, a veces con una cara redonda que lo ilumina todo y en otras con una rendijita de luz tímida, como un gesto de ojos de complicidad.

Ambas corren por el terreno de pasto inmenso durante horas, recorriendo prados con flores y árboles, visitan a la Ceiba donde vive Risha la gata negra, llenándose de experiencias y recuerdos; al anochecer, llegan al claro del arroyo, donde el agua se encuentra con piedras en desnivel, se estanca y suena suave, dejando ver el reflejo de la luna, en ese lugar las luciérnagas viven en gran cantidad, y hay un lecho de pasto para ambas.

A Mary le gusta llenar la crin de Camila de luciérnagas, escuchar el agua suavecita y acurrucarse en el pasto mientras observa las estrellas o a la luna, prometiéndole a Camila que solo será un momento, pero casi siempre Mary se queda dormida viendo el cielo rodeada de árboles y acompañada de su inseparable miga llena de luces en la cabeza.

Cuando pasa el ocaso y el último de los rayos del sol se esconde, y Mary no regresa a casa, su padre se preocupa, pero el abuelo le tranquiliza diciéndole que ellas están bien, porque van acompañadas una de la otra y que aunque son jóvenes son cuidadosas y responsables.

Entonces el abuelo se coloca un zarape, agarra una manta y le dice a su hijo que si quiere puede acompañarlo para encontrarla, el padre siempre sale tras el. El abuelo es la persona que más conoce a Mary en este mundo, y al padre de Mary siempre le sorprende como hace su padre para encontrar a su pequeña, el abuelo observa el cielo unos instantes, respira profundo el aire y así, de inmediato, sabe a donde ir por ella, el abuelo monta a Lady Elizabeth y susurra una palabras al oído de su vieja amiga y el padre de Mary monta a Ranfiel.

Después de llegar a una pequeña pendiente, descubren a Mary profundamente dormida en el pasto, Camilla llena de luciérnagas, parada cerda de la cabeza de la niña.

El abuelo baja de Lady Elizabeth, toma a Mary de su improvisado lecho y la acomoda en sus brazos, mientras le dice unos versos:



Ahora en mis brazos niña amada,

tal vez mañana solo en tu corazón yo esté,

Recuerda,

siempre que te acuerdes de mi,

Yo vendré a ti,

Para acunarte y abrazarte

Porque te quiero y siempre te querré.

Así entregaba a la niña a su padre que lo espera en su montura, la recibe con ternura, para regresar a casa, donde a Mary le espera su cuarto, iluminado por la noche, con la silla, la cama, su colcha blanca con un arco iris bordado por ella misma, las paredes llenas de dibujos, todas y cada una de esas cosas esperándola porque ella les da vida.

Su padre la coloca suavemente en la cama y la arropa, para que tenga un buen sueño, le da un beso en la frente que es más para el que para ella, mientras le desea una buena noche con estas palabras: Mary, soñando que sueñas que estas en un sueño, a veces ocurre que es realidad, ésta es, si tu te lo propones el mejor sueño que hayas tenido, siendo plena y libre, siendo tu. Los sueños salen del pecho y se podan en tus manos, pies y boca, llenan tus ideas y transforman tu rededor, Hija mariposa, ya te salen alas, pulpa palpitante, tu realidad es arcilla, que está en manos de una experta artista alfarera, ábrete y transforma… vuela…

 Mientras esto pasa, Camila en su propia cama cuenta a su madre sus aventuras, le cuenta acerca de las luciérnagas y el capo, de las flores y la luna… hasta quedarse dormida.

Ambas Mary y Camila, subidas en el mundo de los sueños corren o vuelan praderas, valles y nubes esponjosas, recorriendo cielos inmensos y azules.

Y así como te lo cuento lo dijo el viento, las tablas de la vieja casa, incluso las propias luciérnagas, y si te acercas y escuchas bien, tienen algo más que decirnos, dicen que el tiempo pasa igual que el sueño de una niña, así de rápido pasan los años y las incontables lunas, así los recuerdos y las cosas que vivimos se convierten en sueños de la noche pasada.

Un día la voz del abuelo, era solo un recuerdo, y el sonido de las botas: ¡crach toc!, solo son un eco en la cabeza de Mary, el abuelo murió y ella jamás pudo volver a escuchar nuevas historias de su boca, ni sentir sus brazos acurrucándola, el abuelo murió, y con el, se fueron miles de momentos no vividos.

Pero los mimos recibidos, las palabras dichas, lo que él le enseñó, eso queda como una huella que no se borra, siempre queda el sabor dulce de los buenos momentos al recordar.

Mary ha crecido, ahora cuenta historias a sus nietas, historias sobre unicornios y caballos, ríe a carcajadas y enseña a la pequeña Lara a montar, iniciando las lecciones con Camila, la yegua blanca, su amiga de toda la vida.

Ellas guardan en le corazón, en la piel, en cada decisión y cada palabra la presencia del abuelo, quien las acompaña desde los recuerdos, a recorrer esta enorme pradera que es la vida.

Escrito por: Elena Vega Ortega

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