La oruga Adelma
Había en un bosque que se
encuentra en tu mundo interior que es basto y amplio, lleno de recursos y
posibilidades, un árbol de cerezo, en el que vivía una familia de orugas,
existen mucha clase de orugas, pero estas eran verdes, rechonchas y con un
círculo rojo rodeado de un gran círculo café, en cada una de sus
circunvoluciones.
Esta familia de orugas era muy
respetada en la comunidad del árbol de cerezas, tenían un comportamiento
intachable para orugas verdes con círculo rojo y café, existían reglas muy
estrictas para ellas, la oruga Adelma era muy activa en escuchar, aprender y
seguir las reglas de las orugas de su familia siempre.
Una regla era jamás, jamás te
alejes del árbol de cerezo, es el cobijo, tu casa, te protege de depredadores y
peligros, jamás, jamás te alejes del árbol de cerezo.
Sólo come hojas de cerezo, el
objetivo de tu vida es cuidarte, comer hojas de cerezo y engordar, ponerte lo
más rebosante que puedas, eso es lo que las orugas nacieron para hacer.
Jamás te pongas en contacto con
otro tipo de orugas, sería un escándalo para las orugas verdes con círculo rojo
y gran círculo café.
Una de sus hermanas era inquieta,
subía bajaba por todo el árbol, hablaba con otras orugas y animales y un día… ¡hizo
algo inconcebible! Bajó del árbol de cerezo ¡y comió hojas de pepino!!
Toda la familia la regañó y se
burlaron de ella, poniéndole el apodo de Pepina, Adelma creía que se lo merecía
por haber roto las reglas de las orugas, ella jamás, jamás rompería las reglas,
sería fiel a su familia y a las reglas de las orugas.
Un día Pepina se fue al bosque y
regresó con noticias del bosque, había hablado con la madre naturaleza y Pepina
informaba a la familia que haría un viaje, para encontrar lo que ella quería ser
de sí misma, para la oruga Adelma todo
eso eran fantasías y cosas sin sentido, ¿cómo que saber que quería ser? ¡Ella
ya era una oruga! Y ¿qué era eso de la madre naturaleza?! Se resignó, Pepina
estaba loca pero no sabía cuan ¡loca!
Ese mismo día Pepina empacó una
hojita de cerezo e inició su viaje, no supieron de ella muchos meses, y Adelma
siguió con su vida bien determinada y recta de las orugas que se portan bien,
incluso engordó y engordó.
Un día Pepina regresó con
historias fantásticas de su viaje, había conocido seres mitológicos como un
ratoncito de campo, unos cochinos, lagartijas, sapos, un camioncito rojo, una
abeja y había probado algo que ella llamaba miel, soñaba con flores y vuelos,
con miel y viento, decía que la madre
naturaleza le había dicho que sus sueños se convertirían en realidad, solo
debía estudiar y saber cómo convertirse en lo que ella ya era en realidad: una
mariposa.
Para Adelma todo esto era como
los cuentos de Marco Polo, invenciones de una pobre oruga loca que había
perdido el rumbo.
Pepina estudiaba día tras día, resultaba
que había mucha bibliografía sobre orugas y mariposas, si algo había sacado en
claro era que debía subir a lo alto del árbol más alto que encontrara, tejer un
capullo y con el tiempo se convertiría en mariposa.
Peina sin más miramientos escogió
un árbol, subió hasta donde le pareció suficientemente alto y tejió su capullo
como los libros le habían enseñado y ahí se quedó, pasaron días y días, noches,
tardes, meses, Adelma pensó que Pepina había muerto, pero un día de primavera
el capullo se abrió y de él salió ¡una mariposa!, era Pepina completamente
transformada, era ella pero no era, era ¡una mariposa!! Con alas hermosas, con
los colores de las flores, y ¡volaba!
Después de este acontecimiento
tan importante, las cosas eran calaras, pepina decía la verdad, sobre los
sapos, los camiones, la madre naturaleza…
Si Adelma había dudado ahora los
sabía… todo era verdad, eso en lugar de entusiasmarla le dio ¡miedo! Qué mundo
tan grande hay allá fuera del árbol de cerezo y dentro de mí…
Muchas orugas verdes, marrón,
azules, moradas, rojas se inspiraron con Pepina y también iniciaron sus propios
viajes, subieron a lo alto de un árbol y se convirtieron en mariposas.
Pero Adelma dijo no, yo soy oruga
y voy a permanecer siendo oruga, siguiendo las reglas de las orugas, comiendo
hojas, engordando y jamás, jamás dejaré el árbol de cerezo.
Como sus hermanas se habían ido Adelma
inició a romper las reglas un poco y ¡hablo con otras orugas! Pero en secreto,
incluso al moverse un poco su vida cambió y encontró una compañera, era una
hermosa oruga marrón, con manchas negras con café en lugar de rojas con café y
en su lomo había pequeños picos, en lugar de las suaves redondeces de las
orugas verdes, ¡era hermosa!
Hicieron un pacto, permanecer
juntas en el árbol de cerezo para toda la vida, ser compañía una de la otra,
siempre, como estaba prohibido para las orugas verdes hablar con toras orugas, Adelma
lo mantuvo oculto, esa vida era buena, pero un día la hermosa oruga marrón
también sintió la llamada de las alas, de los viajes y se fue.
Para Adelma las cosas se
desmoronaban, las orugas ya no se quedaban, nadie hacía caso de las reglas,
todo estaba de cabeza, un día el árbol de cereza habló con ella, debía irse, Adelma
debía irse del árbol de cerezo, ¡todo eso era aterrador!, corría peligro si
seguía en él, y salir de él era ¡aterrador! Lo pensó y lo pensó, la decisión
era urgente, debía irse, las patitas de Adelma jamás habían tocado ¡el suelo!
Pero lo hizo, una patita a la
vez, y se preguntó ¿qué voy a hacer? Ir a otro árbol fue lo primero que sus
instintos le dijeron y caminó y caminó, por la tierra y el pasto, rodeando
flores y escalando arbustos hasta que encontró un árbol, un modesto árbol de
pino.
Saludó (cosa nueva para ella) y
subió a él, ¡el pino la recibió con mucho entusiasmo! ¡Pero que tenemos aquí,
una oruga de verde de cerezo! ¡Bienvenida! Mientras soltaba carcajadas, para Adelma
era raro que el árbol fuera tan alegre el árbol de cerezo siempre había sido
callado y recatado, meditativo, le dio las gracias al árbol de Pino por
recibirla y le pidió permiso para comer algunas hojitas, el árbol de Pino rio a
sus anchas jajajaja ¡claro! prueba.
Después de haberse privado de
comer tanto tiempo, intentó comer una hoja de pino, pero era ¡imposible! Su
sabor era amargo y demasiado aromático, eran hojas duras y la experiencia fue
¡terrible! Si se quedaba ahí moriría de hambre, entonces fue cuando se dio
cuenta, en ese árbol vivían ardillas y pájaros, hormigas, pero no orugas, una
ardilla se acercó a ella Adelma casi muere del susto, la ardilla se presentó
soy Naty, vivo en este árbol de pino, te veo un poco desorientada y asustada,
¿te gustaría pasar la noche en mi casa? Este no es un buen lugar para orugas
verdes de color hoja tierna tan regordetas,
un mirlo o un cardenal podrían querer comerte, Adelma aceptó con gusto y
alivio, entraron al hueco del árbol de pino,
parecía que el árbol de cerezo fuera un sueño de hace mucho tiempo y a
la vez no, intentó comer una bellota que por dentro es suave pero ese tampoco
era alimento para oruga, Naty le recomendó que siguiera buscando, ve a otro
árbol con hojas tiernas y de un verde menos profundo como las hojas de cerezo,
por primera vez Adelma se sintió tan agradecida que no sabía cómo expresarlo,
Naty lo hizo por ella, le dio un abrazo y le dijo buena suerte amiga.
Así que por segunda vez en su
vida al día siguiente después de descansar y hacer una amiga, emprendió el
viaje de regreso al suelo y recorrió todo el tronco del árbol hasta que sus
patitas tocaron nuevamente el suelo, les dio las gracias a Naty y al pino por
guarecerla esa noche y partió.
Al caminar algunos centímetros,
ya tenía tanta hambre que dio unos
mordiscos a las hojas de pasto y no estaban tan mal, pero siguió su camino,
algo dentro de ella le decía que debía encontrar un lugar alto para guarecerse.
Siguió su camino, que para ella
era largo, porque era una diminuta oruga y porque jamás había caminado tanto en
su vida.
Así encontró un árbol diferente
con un tronco grande y en algunas partes blanquecino como si se despellejara,
las hormigas le contaron, bienvenida al eucalipto, Adelma jamás fue muy
exploradora que digamos, conocía sólo la rama del cerezo que le habían dicho
que le tocaba, ahora estaba teniendo que subir y bajar troncos explorar hoyos
madriguera y ahora estaba frente a un árbol nuevo, era abrumador.
Adelma respiró profundo y no dejó
que la sensación de nervios y de estar fuera de lugar la dominara, esto era
algo que debía hacer sí o sí. Les dio las gracias a la las hormigas por
comentarle que árbol era aquel y pidió permiso al eucalipto para subir y
quedarse en le, el eucalipto guardó silencio, por un largo momento tenso no
supo que hacer, irse, subir, ¡que árbol tan raro que no dice nada¡ dijo ella
para sus adentros.
Así la encontró una mariquita
este pequeño escarabajo rojo con machitas negras que ella ya había visto en el
árbol de cerezo, que decidiste ¿te quedas en el eucalipto o no te gusta el
aspecto de su corteza? Estoy esperando a que me dé permiso el eucalipto para
estar aquí y saber las reglas de este árbol, jmmm se quedó pensando la
mariquita, ¿las reglas? ¿El permiso? Nada de eso tenía sentido para ella, lo
pensó por unos segundos más y le dijo, las reglas las trae escritas tu corazón
y el permiso siempre lo tienes, lo que falta es decidir.
Adelma se quedó confundida,
decidir, decidir no era parte de todo este viaje, no le habían dado la oportunidad
de decidir, solo todo cambió, y tuvo que viajar salir y estar ahí. Y ¿qué era
eso de tener las reglas en el corazón? No quiso decir nada porque había
aprendido con Pepina que aunque las cosas parecen raras pueden tener sentido un
día, dejó esas palabras bien guardadas en su campo fértil, de los pensamientos
para ver si un día daban frutos comestibles.
Hola le dijo Adelma ¿eso quiere
decir que puedo quedarme? – Si, le dijo la mariquita, si tú quieres sí. Y…
¿sabes que rama es la de las orugas verdes? La rama de las orugas verdes es… la
rama que las orugas verdes escojan supongo. ¿Qué rama te gusta? Adelma miró las
ramas del árbol buscando una ni tan alta, ni tan baja, donde se viera el sol
pero tuviera muchas hojas, y justo ahí encontró una buena rama, jamás se había
preguntado: ¿qué rama me gusta?, estaba tan cansada y hambrienta que decidió no
pensar más, le dio las gracias a la mariquita y se puso en marcha.
Soy Odet dijo la marquita mientas
abría sus alas y saltaba a la siguiente rama, nos vemos por aquí, soy Adelma
alcanzó a decir ella nos vemos por aquí.
Adelma subió, pidió permiso para
probar una hoja pero el árbol no hablo y ella de todos modos la mordió, ¡que
sabor tan fuerte! Dijo ella, son hojas duras, daré unos mordiscos más y
dormiré, no sé si pueda vivir por siempre en un árbol con hojas así, se
descorazonó, mañana tendría que bajar nuevamente el árbol y ¡buscar otro!! Esto
se estaba convirtiendo en un largo, largo viaje y como Pepina estaba conociendo
animales y teniendo aventuras, haciéndose una oruga llena de conocimientos como
para hacer un libro, se sorprendió de sí misma.
Tomó una de las hojitas duras del
eucalipto y se enrolló para dormir, mañana iniciaría su viaje otra vez.
A la mañana siguiente dio las
gracias al eucalipto y se despidió de Odet, esta vez sabía cómo hacerlo gracias
amiga Odet! Nos vemos por aquí, - Nos vemos Adelma cuando decidas donde es tu
hogar iré a visitarte, contestó la mariquita.
Así Adelma bajó por el tronco del
eucalipto y comenzó de nuevo a caminar, esta vez le constó menos trabajo saltar
del tronco al piso, mordisqueó otra hojitas de pasto que un poco insípidas y
fibrosas era lo mejor que había probado desde que salió del cerezo.
Había caminado una patita de tras
de otra por centímetros y centímetros formado ya metros de distancia, un mundo
entero para una oruga verde, y entonces pregunto en voz alta ¿y para donde se
supone que deba ir? ¿Que se supone que debo hacer?
¡Y apareció, la madre naturaleza
en persona! habló con Adelma, hola Adelma dijo la madre naturaleza, Adelma se
mareó del impacto y vio borroso un instante, era justo como la había descrito
pepina y más, imponente, enorme con las estrellas y la tierra girando en ella,
y alrededor de ella, la madre naturaleza era todo, la boca seca de Adelma no le
permitía articular palabra, pero dijo un tímido hola.
Te he estado siguiendo en tu
camino Adelma, vas muy bien, felicidades
¿Sí? Dijo Adelma sorprendida -¿lo
hago bien? Pero si no se para dónde voy, ni a donde voy a allegar, no tengo
rumbo.
La madre naturaleza le contestó
que por el momento el rumbo que tenía estaba bien porque lo dictaba un objetivo
que se había puesto, estar nuevamente en un árbol con hojas comestibles y
segura.
Ese es tu camino.
Si pero no veo las direcciones
claras que debo tomar, voy a la derecha a la izquierda…
Justo como lo hiciste estos días
es la manera, lo haces de maravilla y la madre naturaleza tomó una llamita azul
de dentro de su corazón y lo puso dentro del diminuto corazón de Adelma, te
conozco de toda la vida, le dijo, he estado contigo siempre, y se justo lo que
necesitas ahora, la llama azul ya te lo está dando, recuerda que estoy contigo
siempre.
Y como si en un solo instante el
universo se metiera dentro de Adelma la madre naturaleza se metió dentro de ella.
Por un instante se mareó, sintió
que su cuerpos se aflojaba, pero esta vez no fue de miedo o desorientación,
cuando todo dejó de dar vueltas Adelma volteó para todos lados incluso revisó
su verde cuerpo, no había nada especial, bueno sí que había bajado de peso con
tanto ejercicio y la dieta de hojas amargas y duras, pero nada más, lo que
había cambiado estaba adentro, de ella, la madre naturaleza estaba adentro de
ella, pero era raro, se dio cuenta de que siempre ahbía estado en ella.
Ahora se parecía más a Pepina que
a ella misma, viajando hablando con la madre naturaleza, y además preguntándose
¿y yo qué quiero?
Con estas reflexiones siguió
caminando, el tiempo se le hizo corto y sin darse cuenta topo de frente con otro
árbol, esta vez no encontró hormigas que le dijeran de que árbol se trataba, su
corteza era rugosa, fuerte, esta vez se atrevió a ver hacia lo lato y vio con
gusto que lo que se movía en la ramas eran hojas verdes del mismo color que
ella, esto era prometedor.
Movió cada uno de sus seis pares
de patitas llena de esperanza, estoy segura que llegué a mi lugar, se dijo a sí
misma, sabiendo que desde ahora cualquier cosa que pasara sabría como encontrar
otro árbol, otra casa, hacer amigas.
Pidió permiso al árbol para poder
quedarse y el árbol respondió diciendo ¡bienvenida!, Adelma sintió gran alivio
al escuchar la voz del árbol, se presentó y dio las gracias por la bienvenida,
hola soy Adelma una oruga verde de manchas rojas y café, hola Adelma yo soy un
árbol de trueno, espero que nos llevemos bien, me encanta tener una oruga
verde, ¿dónde te gustaría estar?
Esta vez sabía cómo encontrar su
lugar en ese árbol, busco la rama que más le gustó y encontró un buen lugar
lleno de hojas verdes, y se preparó para dar el primer mordisco, ¿qué
deliciosas estaban esas hojas! Tiernas, suaves, de buen sabor, nutritivas para
cualquier oruga, había encontrado un nuevo hogar.
Después de hacer una buena comida
la primera desde que iniciara su viaje, le dio curiosidad, ¿Trueno, porque te
da gusto que una oruga verde este entre tus ramas?
El trueno le respondió que le
gustaba mucho porque en poco tiempo Adelma se convertiría en una mariposa, de
esas de alas grandes y colores hermosos y eso era muy bueno para las flores y
para los árboles porque polinizaban a
las plantas.
¿Porque los árboles y la madre
naturaleza ven en mi algo que yo no veo, ni siento?, se quedó pensativa mientras
daba las gracias al trueno por su buena actitud, tal vez pensaba ella, tienen
expectativas en mí que jamás cumpliré, pero la llama azul de la madre
naturaleza se prendió adentro de ella era una sensación cálida y agradable,
algo pasará pronto dentro de ti, sigue haciendo lo que te toca.
Así pasaron minutos y horas,
tardes, noches y semanas, un día la madre naturaleza habló con ella, y le dijo
sentirás el llamado Adelma, sentirás a todo tu cuerpo pedirte que lo hagas,
pero más allá de eso algo más allá de adentro de ti te lo pedirá, como te pidió
encontrar un árbol, como le pide a los patos que migren y yo estaré
acompañándote siempre.
Esta vez Adelma no lo dudo y
mejor se preparó para lo que parecía inevitable, se convertiría en mariposa, y
leyó, estudió, practicó, por fin sabía para que comer tanta hoja, todo tenía un
propósito, todo eso se convertiría en su nuevo cuerpo, sus alas, sus nuevos sistemas
internos, todo tenía sentido y todo eso le daba miedo, pero también un poco de
gusto y todavía no sentía nada dentro de ella pero estaba preparada para lo
inevitable, volar, polinizar, comer miel, incluso migrar y conocer más del
mundo…
Un día mientras comía una
deliciosa hojita de trueno y veía el sol meterse en el horizonte lo supo, era su
momento, amó tanto ser oruga y que bueno que lo había amado, porque era la base
para ser lo que estaba a punto de ser.
Bajó nuevamente del árbol de
trueno y subió a un árbol más alto y encontró un buen lugar, tejió su capullo ¿alguna
vez se iría el miedo? Pensó Adelma mientras tejía. Y como respuesta la luz azul
de la madre naturaleza se encendió dentro de ella, y trabajó toda la noche,
tejiendo y tejiendo su capullo.
Hasta que lo culminó, y ahí
permaneció días y noches, tardes y horas, meses, hasta que un día, de
primavera, rompió la crisálida y salió hecha una mariposa, dejó que el sol
calentara sus alas, que se fortalecieron cada vez más y más, faltaban muchas
cosas por saber, por aprender, y la luz azul de la madre naturaleza volvió a
brillar dentro de ella.
Lo primero que hizo fue reconocer
su nuevo cuerpo, y vio que era ¡hermoso! ¡Seguía siendo una oruga!, más pequeña
y delgada pero una !oruga¡ Y luego vio sus alas, con tantos colores hermosas
alas, las movió y fue muy agradable, y entonces sintió con urgencia a su
corazón diciendo ¡vuela! Pero Adelma seguía aferrada a las hojas del árbol,
vuela volvió a escuchar,!me caeré¡, ¡las orugas no vuelan! ¡pero tienes alas!
Decía la madre naturaleza, y la volvió a ver tan hermosa e imponente, Adelma
confía en mí, confía en ti, la tomó del árbol y le dijo yo te acompaño siempre…
sopló sobre sus alas fortaleciéndolas aún más y la posó nuevamente en el árbol,
vuela le dijo mientras encontraba nuevamente su lugar dentro de Adelma y esta
vez lo hizo… su primer vuelo fue como la primera vez que toco el suelo, y cada
vez lo disfruta más, la nueva vida tenía nuevos aprendizajes y había mucho que
aprender…
Si has leído hasta aquí, tal vez lo que escribí te pareció
interesante, útil, de beneficio para ti o alguien que conoces.
Si es así, ayúdame a seguir escribiendo, te pido que le des
difusión al artículo, me recomiendes como terapeuta o vengas a terapia, le des a me gusta, hazme una propuesta de
colaboración, o trabajo remunerado.
Gracias
Elena Vega