miércoles, 10 de febrero de 2016

CUENTO ERÓTICOLÉSBICO : CALZONES DE ENCAJE NEGRO

Este es un cuento erótico, que muy bien está terminado, pero que tiene mucho más sin escribir, por lo menos 4 escenas más atrevidas, pero si no se cuándo las sacaré de mi cabeza, me ayudaría mucho si opinas o me mandas incentivos de algún tipo.



CALZONES DE ENCAJE NEGRO

Los recuerdos de la noche pasada, llegan a mi como el sonido de las gotas de agua que corren por tu cuerpo, me he despertado en un cuarto de hotel, sin saber bien donde estoy, seguramente le pasa a mucha gente, esto de no reconocer la cama, el techo, el buró, ésta desorientación que dura unos segundos hasta que nuestra memoria logra atar los acontecimientos pasados la noche anterior.

Si, ahora recuerdo, Hotel Motel Lancaster, calle río de Palermo esquina río Po, tu y yo entrando, el pago de la habitación por una noche, y nosotras solas en la obscuridad.

Recuerdo tus besos y tu respiración entrecortada, tan cerca que me parece más real que el sonido de la regadera, pareciera que el vapor que sale del cuarto de baño lo nubla todo, y lo que pasó ayer por la noche, fuera lo real, lo tangible.

Tenerte contra la puerta, sentir tu cuerpo firme atrapado entre la pared y este cuerpo que soy yo contigo, tus labios suaves y carnosos buscando los míos, tu pecho agitado, tu corazón palpitante reconocido por los pezones erectos de mis pechos.

Los recuerdos invaden mis ojos, las sensaciones de anoche invaden mi piel, me resisto a pensar en el momento presente, porque no quiero enfrentar lo que sé que viene, me aferro a los recuerdos y a las sensaciones de ayer, pero es imposible, la regadera deja de sonar y adivino lo que ha pasado esta misma madrugada.

Se lo que ha pasado con la tormenta de ayer, se lo que dirás y porque te has parado tan temprano, limpias la playa para no dejar rastro de nuestro huracán, le robas tiempo al nosotras, para rápidamente ser solo tú.

Si, ya se, te arreglarás rápido, es la misma rutina que ya conozco, inventarás que tienes prisa por irte a un compromiso inexistente, con tal de irte y no pasar ni un solo instante más en la habitación.

¿Cómo puedo hacerme esto una y otra vez? no lo se, solo se que ayer llamaste, no pude decirte que no, nos vimos, llegaste al ya conocido café donde sin preguntar dónde, nos vemos; Solo verte me impresiona, tu belleza me desconcierta siempre, me robaste el aliento.

Jamás se me ocurrió decir no, ni cuando llamaste por teléfono no cuando dijiste: ¡vámonos!, con ese tono de voz seguro, casi mandón, esa simple palabra fue lo que tuviste que decir para que yo, obediente, pagara la cuenta de inmediato y sin decir palabra te trajera a este hotel, ni un hola, un ¿cómo estás?, o un beso en la mejilla, nada, solo entramos a la protección de la obscuridad y todo pasó.

En el instante en le que cerraste la puerta, tu voz: béseme, te necesito, esta vez con un tono suplicante y dulce, siento tus brazos atraerme  con fuerza, con desesperación, yo te beso, me desbordo en ti, me lleno de tu olor, de tu piel, de tu perfume y del sabor de tu boca.

Mis manos en tus muslos bajan desesperadamente para encontrar tu piel, subiendo con rapidez tu falda, estar tocando tus piernas otra vez me parece irreal pero sigo para descubrir si esta vez traes o no calzones puestos, ese juego tuyo me vuelve loca desde horas antes de verte.

Recuerdo la primera vez que fuiste tú quien se subió la falda, mientras yo sentada en esa silla casi me caigo de la impresión, al ver que venias directo de la calle si ropa interior.

Me tienes excitada y fuera de control, pero esta noche si traes calzones, no sé qué me pone más, su presencia o encontrar que estas desnuda, me detengo a explora tu cuerpo a través de ellos, son de encaje, suaves, siento tus nalgas marcadas por ellos, si existe el cielo, para mi es esto, te beso casi te cargo contra la pared para sentir con más fuerza tus nalgas.


Pero freno de repente, prendo la luz y me hinco para bajártelos y por supuesto verte, así abierta de piernas, con la falda arremangada en la cintura y los calzones negros de encaje encuadrando la imagen.

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Gracias
Elena Vega

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