martes, 11 de julio de 2017

CUENTO ERÓTICO LÉSBICO: ROMPIENDO EL CELIBATO

ROMPIENDO EL CELIBATO

Camila se encontraba prestando con verdadera y auténtica concentración a la junta de trabajo, los índices, el promedio, la manera en la que el producto se comportaba y la forma en la que las ventas
tendrían que mejorar para el próximo trimestre, anotando cuidadosa las precisiones y cambios que estarían bajo su responsabilidad, por hunas horas, las que la junta duraba, su pensamiento no estría rumiante en lo que había ocupado su mente los últimos 9 meses, la ruptura, ella se fue, se fue, se fue, y la canción repetitiva de Calamaro: ella no va a volver y la pena me empieza a crecer adentro, la moneda calló por el lado de la soledad…
En ese instante de concentración y descanso, un estruendo se escuchó al fondo de la oficina, Juan un compañero de trabajo había tirado estrepitosamente su taza de café, volteó a verlo y pudo seguir su movimiento, sus ojos de manera involuntaria se fijaron en la fuerza de sus piernas y lo marcadamente pegado del pantalón, demasiado tarde se dio cuenta de su mirada lasciva, en cuanto pudo cambió la postura y desvió la mirada.
Esto sí que es grave pensó, una cosa es que las mujeres  me muevan el piso pero que un hombre esté sacando estas miradas y este deseo era algo grave.
¿Será que el celibato de 9 meses era demasiado?, la junta dejó de tener importancia y todo se vertió en la pregunta, ¿es momento de romper el celibato?
El cerebro dijo: toma manos a la obra con esto antes de que cometas una estupidez, ya vez como es tu cuerpo, caliente, cachondo, impulsivo, y ha hecho cada tarugada, a mí no me convence eso de que me aguanto, hasta que esté lista, siempre terminas haciendo una estupidez. El cerebro me dijo: cójete a ese o a esa, o a quien sea pero escoge, que no decida la impulsividad y el cuerpo.
El corazón me dijo: no, no estoy listo para que te metas con nade, pienso en ella, solo en ella, quiero cojerme con ella, estoy triste, la extraño, me duele lo que me hizo, todas cualquiera te hará lo mismo, se irá, no importa cuánto te diga que te ama o lo demuestre, se irá, tengo miedo de que vuelva a pasar, dame tiempo de sanar, dame tiempo de seguir llorando y sanando, es más no lo hagas nunca es peligroso, no quiero, no, no, no, no!, NO!
Pero su cuerpo reaccionó de manera violenta ante tal negativa, todo su cuerpo vibró ante las fuertes y nervudas manos de un compañero que le hacía notar algo sobre la junta. Y ante la contundencia de la sacudida el corazón callo y el cerebro trajo las palabras contenidas: te lo dije.
La bisexualidad es así, la posibilidad de dos caminos, de dos cuerpos, de dos miradas sociales y sensaciones físicas, dos maneras de vivirse y de vivir, de ser vista, de sentir y desear.
Podría decidir en este instante después de 15 años de estar sólo con una mujer, estar con un hombre, ¿quiero?, La junta estaba ya muy lejos, mientras su recuerdo fue recorriendo y acariciando el cuerpo de las personas a quienes había volteado a ver de manera insistente y llena de lujuria en las últimas semanas, esa hermosa mujer de las piernas torneadas y que mostraba los pies adornados con huaraches, la hermosa mujer que la hacía reír en el trabajo, cuantas veces tenía que retirar la mirada para no ver sus senos y su cadera redondeada, la mujer de los shorts que descarada se paseaba por las calles cercanas en estos últimos días de calor y ella claro.
Cuantas veces en estos meses no pensó en dejar todo lo que estuviera haciendo para tocar su puerta y sin pedir permiso o platicar, besarle y tenerla a placer.
Y estos dos hombres…
¿Estará el celibato diciéndome algo?, será que Baubo la pequeñas diosa con cuerpo de vulva y senos, que le baila y hace reír a Démeter en el momento más profundo de decepción y depresión por la pérdida de su hija, le hablaba a ella, a Camila en personas para decirle que es el tiempo de dejar la tristeza para tomar la vida nuevamente y rescatar a Perséfone, rescatarse. Here comes de son, como dice la canción.
Pero la decisión estaba tomada, sería una mujer, si lo hacía sería una mujer, por el deseo y por el miedo, pero más por el deseo, así que era tiempo de tomar cartas en el asunto, antes de que cometiera uno de esos actos impulsivos donde terminas con un compañero de trabajo sin condón cojiendo junto a la fotocopiadora.
Así que comenzó a buscar, ¿dónde?, ¿Quién?, ¿cómo?, su última pareja esa que duró 14? 13? Esos años que ya ni quería acordarse, la conoció en un grupo, por dónde empezar, siendo que los años ya habían dejado marca en su cuerpo, ¿dónde iniciar y cómo? La inseguridad y todas las ideas sobre la edad y el cuerpo fueron aplastados por el deseo, que una vez despierto no para.
Y 14 años son mucho tiempo, las cosas cambian, como la manera de conocer personas ahora las redes sociales eran una buena opción, desde fotos, vídeos en vivo de mujeres, invitaciones de sexo en grupo, invitaciones de todo tipo, pero una imagen no era suficiente, un cuerpo, unos labios, la respiración de alguien, su piel.
Así que inició haciendo citas con mujeres, algunas un fiasco, una no puede por sus hijos, la otra no puede por su marido, otra vive en otro estado o en otro país, citas con mujeres decepcionantes, una que no para de hablar y un beso frio sin lengua porque tiene que ser tierno y sin saliva, otra que solo habla de sus hijos y tenía que irse rápido y sin beso porque era la primera cita.
La mujer que tenía enfrente sólo quiere platicar de su amante y su esposo… mientras en el fondo de la mente de Camila la Versuit Vergarabat cantaba: donde habrá un bicho que camine para el asador… distraída imaginaba una mujer en sus brazos, sus caderas, y las suavidad de su piel y a lo lejos se escuchaba la 5 queja de la mujer que sostenía el té chai con leche deslactosada.
Todos los días un mensaje de una mujer diferente, una cita, y una tarde sin mucha expectativa, quedó con ella, ¿vamos al cine? Si, la llegada tarde fue importante, para encontrarla parada, tranquila y esperando, qué bien pensó Camila ¡si me gusta! Eso de las citas a ciegas era un lío, sin quitarle la mirada vio como ella giraba la cabeza y sonreía, esa sonrisa la cautivó, ¿qué quiere decir eso?
Esa mujer tranquila que había guardado de inmediato la sonrisa, se acercó completa así de alta como era, delgada y con piel apiñonada, se acercó con todo y cabello largo, labios carnosos y ojos color café.
Hola, un beso al aire, ¿vamos?, y fueron sin tocarse a comprar los boletos.
Camila se sentó a ver una película que le parecía absurda, mientras escuchaba de boca de ella lo importante que era la película en su historia de vida, pero para Camila lo que dominaba su pensamiento era la idea de: me atrevo o no me atrevo, le digo o no le digo, la toco o no la toco, para que el impulso no le ganara se mantenía escondiendo las manos debajo de las piernas para no hacer nada.
Ya avanzada la película decidió, no voy a atreverme a hacer nada, no la toco, no la beso, no le digo nada, cobarde de mí, me regreso a casa sin comerme una dona.
Pero la mujer de manos sedosas y dedos alargados que se sentaba a su lado, riendo por las tonterías de la película importante y absurda, alargó la mano y con un golpecito le dijo muy casual: ¡mira lo que pasó! Camila saltó de la sorpresa al sentir su leve contacto en la rodilla, como si una corriente eléctrica o una onda de placer la hubieran atravesado, puto celibato se dijo, ¡ni un toquecito aguanto! Pero al parecer fue algo que Margarita, había notado, y sin pensarlo mucho tomó la mano de Camila, suficiente acto para que la oleada de deseo volviera, y la recorriera toda de arriba abajo, respirando rápido gimiendo muy bajito y deseando aún más.
Pero se encendieron las luces y Margarita soltó su mano de manera violenta, salieron de ahí y la distancia enfrió la oleada de calor, que raro se dijo Camila, ¿será de closet, de esa chicas que no te dan ni la mano en la calle?
-          ¿Eres de closet?
-          No
-          Me agarraste la mano en el cine ¿por qué me soltaste?
-          ¿Qué no podía tocarte?
-          Sí, pero ¿por qué me soltaste?
-          No sé
Que confuso, su plática estaba en segundo plano, Camila solo pensaba mientras esta conversación seguía, ¿la beso, no la beso?, ¿qué onda con esta mujer quiere o no quiere?
-          ¿Cómo te vas? Te dejo para que tomes tu transporte dijo Margarita de manera sorpresiva
¿Le digo o no que me dé un beso?, casi llegando a la estación Camila jalando a Margarita le dijo ¿me vas a dejar así? ¿No me vas a dar un beso? Si claro que te lo voy a dar
La oleada de deseo, la electricidad otra vez, la cabeza mareada, ganas de quitarse la ropa ahí mismo.
La gente pasaba alrededor, y se veían obligados a observaban el beso, a mitad del paso de peatones, un beso intenso, labios, lengua, brazos, manos, cintura, senos, un beso largo lleno de ritmo, Camila jamás hubiera parado si Margarita no para y camina hacia otro lugar, un poco menos expuesto, la cabeza de Camila daba vueltas, y apenas podía caminar derecho, como si hubiera tomado 3 cervezas seguidas y un tequila, borracha de deseo y de oleadas de placer con choques eléctricos.
Margarita recargada en un árbol, la tocaba y la acercaba a su cuerpo, sus senos se rosaban mientas el largo beso seguía, mordidas, lenguas jugueteando, Camila estaba gimiendo, era necesario irse de ahí..
Le digo o no le digo, primera cita, no sé quién es, querrá, claro que quiere, está respondiendo muy bien y también gime, solo dilo, vamos a un hotel, solo dilo.
Camila abrió las piernas para sentir la pierna de Margarita entre las suyas y se perdió en el placer de lo que estaba haciendo olvidando que estaba en la calle, que era la primera vez que veía a esa mujer, vamos a un hotel escuchó su voz diciendo a lo lejos como si no fuera ella.
Vamos
En el taxi todo cambió, Margarita se alejó y comenzó a platicar de su vida, del trabajo, de López Obrador y la película, que confusión! Al entrar a la habitación del hotel Margarita seguía platicando, del pasado, el presente, el futuro y las implicaciones esotéricas de la existencia del tiempo, tema interesante y apasionante que Camila siguió con interés un largo rato, interminable y eterno como el tema del tiempo circular, continuo, infinito, mientras se preguntaba si sólo habían ido ahí para platicar, dejó pasar tres explicaciones físicas y cuánticas, y con calma Camila se atrevió a preguntar ¿Margarita, venimos solo a platicar? Porque si es así podemos ir a un café.
Su mano delicada y sedosa pero extrañamente fuertes la jaló a la cama, no, no venimos solo a platicar, ven.
De inmediato Margarita estaba encima de Camila, como había pasado de la silla a la cama a estar debajo de la mujer que la besaba no tenía idea, otra vez la oleada de deseo, la electricidad, solo de tenerla encima y sentir su cuerpo de mujer tuvo un orgasmo intenso.
Camila no estaba gimiendo, gritaba de placer, ¿me irá a callar? Shhh escucho desde un recuerdo lejano a uno de sus amantes decir, no grites, abrió los ojos para ver a Margarita para verla excitada, gimiendo también fuerte y con ojos cerrados, nadie callaba a nadie, que bien pensó Camila.
De alguna manera ambas se pararon y se quitaron la ropa, Margarita otra vez arriba, moviéndose dando especial énfasis en pegar su monte de venus con el de Camila, otro orgasmo intenso.
Con cada movimiento se cumulaban palabras en la garganta de Camila, palabras que se atoraron de manera dolorosa con el peso dela vergüenza de estar sintiendo lo que sentía, palabras como: cójeme, ya no puedo más, por favor mete los dedos… no fue necesario decirlo aunque le hubiera gustado, Margarita estaba bajando la mano, tocando por primera vez su vulva, un gemido especialmente fuerte indicó que sentirla tan lubricada fue muy excitante para Margarita.
Inició a penetrarla, todo el deseo y el placer se focalizó en su vagina, tuvo un orgasmo y otro, se movía como enloquecida, entonces fue cuando Margarita lo hizo, bajó la cara, y sin dejar de penetrarla mordió el clítoris de Camila el grado de placer era demencial y tuvo un orgasmo impresionante, como hacía mucho no sentía o tal vez no había sentido nunca, o el celibato de meses hacía que pareciera así.
Mientras Camila se seguía retorciéndose de placer Margarita prendió un cigarro, y comenzó a dar vueltas por la habitación.
No dejó que pasara mucho tiempo cuando ya estaba encima de ella otra vez, penetrándola y mordiendo su clítoris mientras Camila se deshacía de placer otra vez en la mano de Margarita.
Quien no paró hasta sacar las palabras atoradas de la garganta de Camila, era imperioso decirlas: estoy bien abierta, hazme lo que quieras, cójeme fuerte, como tú quieras, soy tuya,  gritaba Camila mientras sentía que algo dentro de ella se había abierto para recibir a Margarita por completo, el celibato es malo, muy malo, se repetía a sí misma Camila, mientras cubría su rostro con una almohada para tapar su cara enrojecida de la vergüenza de haber dejado escapar esas palabras.
Esta vez Margarita se tendió a su lado, diciendo: ¡que rico es esto, eres una cabrona!
Camila no entendió sus palabras pero si tocó el monte de venus de Margarita con suavidad, casi para que no lo notara y no se quitara, su vello era largo, sin recortar, comenzó a mover su mano y la sensación en la palma de la mano era tan excitante, el monte de venus de una mujer en su mano… que delicia… inició un movimiento más pronunciado y fuerte, y tocó el clítoris de Margarita, tan caliente, resbaloso por la lubricación tan abundante y Camila enloqueció sintiendo un nuevo orgasmo, era necesario sentir toda su vulva, saborearla y tenerla, así que abrió las largas piernas de Margarita, separó sus labios mayores y comenzó  a lamer, chupar, succionar y morder primero su clítoris, luego toda su vulva, para nuevamente concentrarse en su clítoris, su delicioso sabor y textura, Margarita estaba gimiendo y moviendo la cadera de arriba abajo permitiendo a Camila meter la lengua en su vagina, perdiéndose en ella, metiendo toda la cara dejando fluir el placer de Margarita a Camila y de Camila a Margarita.
Para penetrarla con mucha ansiedad, descubrió la vagina de margarita apretada, muy apretada, por el orgasmo intenso que estaba teniendo, y la penetró hasta que Margarita cerró las piernas y quedó de lado hecha un ovillo diciendo hija de la chingada eres una cabrona bien hecha, me tienes muy mareada.
¿Qué significará que soy una hija de la chingada? ¿Qué debo seguir o parar?, pero Margarita no abrió las piernas, se paró por otro cigarro y dio vueltas por el cuarto, Camila la observaba saciándose de ver su cuerpo desnudo caminando, sin mucho preámbulo Margarita soltó el cigarro se colocó encima de Camila y metió los dedos mientras se movía rítmicamente, un orgasmo tras otro sin parar, una oleada de ellos como un mar picado, que trae olas imparables y constantes, la constancia de lo que sentía era lo más impresionante, sin parar sin dejar de sentir, sintiendo, más y más, una ola tras otra, gemidos movimiento, el cuerpo de Margarita seguía arriba de ella cuando las piernas de Camila la rodearon par que no se parara por otro cigarro, para que no escapara.
Sólo sentirla, sentir su peso sobre ella, eso era lo que buscaba, es vieja viejísima sensación del cuerpo de alguien más sobre ella, era delicioso, pero esta vez era el cuerpo de una mujer, hace tanto no necesitaba sentir el peso, todos estos años necesitó más lamer, chupar, penetrar, dar caricias y pero no esta vez, esta vez necesitaba sentirse poseída, tenida, ser del otro cuerpo, pero la contundencia del cuerpo de mujer encima trajo una oleada más, el placer inició a ser más y más fuerte, más real y contundente, tuvo otro orgasmo…
Algo me está pasando pensó Camila, esto no es normal o si y todo este tiempo me lo perdió por estar con alguien equivocado, pero el cuerpo de esa otra persona se hizo presente, como la extrañaba, su piernas torneadas, su cadera amplia, las nalgas grandes y redondeadas, su vulva su olor… sus labios, sus ojos, la forma en la que se tocaban… la extrañó… soltó a Margarita.
No es justo pensar en estas cosas aquí, ahora, no está bien para nadie, algo me pasa, algo muy malo está pasando, el corazón habló otra vez, pasa que todavía la amas, pasa que las heridas no están cerradas y su recuerdo seguirá manando como la sangre de una herida abierta…
Pero su cuerpo reaccionó otra vez, al sentir a Margarita a su lado, caliente, tibia, suave, quiso abrazarla, pero ella ya se había parado, encendía otro cigarro mientras daba vueltas en la habitación, Camila se volteó boca abajo, para verla y dejar de ver el techo o la pared, el cuerpo de Margarita la regresó a ese instante.
Margarita soltó el cigarro y se puso sobre ella esta vez su pubis pugnaba por penetrar sus nalgas, el cuerpo de Camila habló, yo gano, gano yo, ¡yo!, un gemido salió de los labios de Camila, formado desde muy profundo, desde la garganta, desde el estómago, desde su sexo, esta mujer sabe cómo cojerme, sabe tanto como yo, y tiene tanto deseo como yo, de hacerme las cosas que yo le hacía a ella, otro orgasmo, el cuerpo decía gano yo…
El amanecer las sorprendió así, el tiempo jamás para, inexorable, eterno, cíclico, había que iniciar con el día, el trabajo, la junta, bañarse, llegar a casa.
El cerebro habló otra vez, ¿satisfecha?, ¿dejarás de hacer tonterías en el trabajo?, hiciste bien.
Su cuerpo también habló satisfecho… sí satisfecha, tengo para dos meses de tranquilidad, mientras se reía de su propia mentira.
El corazón dijo no, pero el cerebro le recordó, ella no te ama y jamás regresará, ¡cállate!, el corazón calló.
Camila volvió a besar a Margarita ya en la calle, antes de subir al taxi y entonces lo escuchó, “te amo” dijo la mujer alta que acababa de conocer, antes de cerrar la puerta del taxi, ya no pudo preguntar nada ni decir nada, el taxi arrancó, te amo, retumbaron las palabras dentro de ella que significa eso...
Una canción llegó a su memoria, yo no sé mañana, yo no sé mañana Si estaremos juntos si se acaba el mundo, yo no sé si soy para ti si serás para mí, si lleguemos amarnos o a odiarnos, Yo no sé mañana, yo no sé mañana, Quien va estar aquí

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