Congeladas, cuento lésbico para recuperar la pasión en
pareja
Por: Elena Vega
Les voy a pedir que encuentren la posición más cómoda que
encuentren en este momento y presten atención a sus sensaciones físicas, hagan
un recorrido por sus cabeza, hombros, espalda, brazos, estómago, vientre,
espalda baja, piernas y pies, y revisen si necesitan algo, si pueden hacer algo
para estar mejor en este momento háganlo.
Ahora con tus ojos abiertos o cerrados, presta atención a tu
respiración, revisa como el aire entra y sale de tu cuerpo, el aire entra y
sale, automáticamente, sencillamente.
Ahora te voy a leer
un cuento
Congeladas
En un mundo paralelo que es visible y tangible pero que a
veces no se nombra, se encontraron dos seres apasionados, cuando se conocieron
eran cada una por su lado llamas ardientes, al estar cerca una de la otra,
podían f_36063757_3 sentir su calor, si se veían se transformaban en lenguas
traviesas y vulvas palpitantes, ojos y manos y se entrelazaban con miradas,
caricias, palabras y piel cálida.
Una de ellas era efusiva y espontanea y la otra era
reservada y espiritual, pero ambas estaban entusiasmadas por el hallazgo de
encontrarse una frente a la otra,
tuvieron que encontrar la justa medida para estar juntas pero separadas
para que una pudiera respirar libre y la otra pudiera sentirse acogida, así fue
por un tiempo, pero las cosas no fueron tan sencillas, el tiempo puede ser
dulce y tibio, pero también frio e hiriente.
Cosas como palabras descompuestas, metal, acciones mal
interpretadas y secretos, fueron creando una barrera helada entre una y otra,
se fueron envolviendo en tristeza, enojo, decepción y desesperación.
Pero detrás de estas barreras de hielo, seguían siendo seres
palpitantes, llamas ardientes que sentían atracción inevitable una por la otra,
pero atrapadas por el hielo, parecían congeladas, témpanos de hielo, muertas, y
al intentar acercarse solo se lastimaban una a la otra, y salían esquirlas de
hielo por todos lados.
Ambas estaban en un
infierno, desenado estar, pero alejarse, protegiéndose una de la otra como si
fueran enemigas, queriendo estar juntas y disfrutar como cuando se conocieron,
pero atrapadas en toneladas y hielo, que se convertían en reproches, humor
negro y cierto recelo.
Pero ellas eran más que hielo, mas que fuego y su conflicto,
eran mucho más, y fue eso otro lo que las llevó a pedir ayuda, queremos estar
juntas, le dijeron a ese otro ser que parecía todo saberlo, dinos las palabras
mágicas que han de convertirnos en seres felices, ardientes pero con la
distancia justa, danos la llave para salir de este infierno juntas, sin rencor,
sin hielo, protegidamente, sanamente.
Y este ser que parecía todo saberlo les dijo, las palabras
mágicas son te amo, te deseo, te perdono, lo siento, ese mismo día frete a ese
ser pronunciaron las palabras mágicas, y algo en las congeladas se derritió,
volvieron a vislumbrar ojos y palabras, manos y corazones palpitantes, pero era
tanto el hielo, la distancia y las heridas, que seguían separadas, sin tocarse.
Pero las palabras eran mágicas, y sin proponérselo pero sin
que pudieran evitarlo éstas las empezaron a transformar, y las congeladas se
convirtieron en crisálidas, ella me ama, y yo la amo, fue la primera palabra
que atravesó el hielo, y por primera vez después de mucho tiempo volvieron
sentir la delicia de ser amada una por la tora, pasaron minutos, segundos,
horas, días, semanas e incluso meses, en los que sencillamente el hielo se
derritió, llevándolas a sentirse cómodas y los choques entre témpanos
desparecieron.
Lo siento mucho, te hice daño y lo siento, fueron las
siguientes palabras que combinadas con:421691_3380199543577_212955214_n te amo,
lograron que callera una gruesa capa de hielo, Te perdono, fue la siguiente
palabra que logro hacer una camino hacia el verdadero ser de las congeladas,
derritiendo capa tras capa de hielo, y la última que logró derretir el hielo
para siempre fue te deseo.
Llegó el momento en el que sin poder evitarlo pero sin
proponérselo, notaran por sus sensaciones que era el momento de salir de la
crisálida y verse frente a frente otra vez, llevaban tanto tiempo guardando su
pasión y disimulando, que lo primero que hicieron fue dejar que se desbordara
lo reprimido, el deseo, la pasión, el amor, la confianza.
Tanto se había
nutrido esta parte de ellas con las palabras dichas que el recelo y el
orgullo parecían diminutos copos de nieve que se derretían al estar cerca de lo
inevitable, la pasión, el amor y la justa distancia.
Desde ese momento, el camino andado y lo que aprendieron se
quedaría para siempre, y ya sea juntas o separadas jamás volverían a formar
hielo entre ellas y las personas que aman.
Se llevaron consigo las palabras que todo lo transforman
para hacerlas su familia y que se quedaran para siempre, y se convirtieron en
seres palpitantes, con ojos y manos, con palabras y caricias, en vulvas
complacidas y corazones satisfechos, transformándose en las apasionadas que
siempre encuentran la distancia justa y saben pedir ayuda.
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Elena Vega
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